Flavia Palmiero

“Ya no busco un príncipe azul, ahora quiero un rey”

A los 42 años y a punto de estrenar la obra Taxi, está espléndida pero sola. El amor que no es, los secretos para mantenerse bien y una mirada crítica sobre la tele actual. “El minuto a minuto es para los cobardes”, dice, y rescata las figuras de Yankelevich y Romay. “Hoy nadie retoma su escuela”.

Ocho de cada diez notas a Flavia Palmiero comienzan de la misma forma. Mezcla de bronca e inquietud, la presencia de otro grabador sobre la mesa fuerza a los periodistas a detenerse en el aparatito –algo vetusto, vale aclarar– y recién después comenzar con las preguntas de rigor: la juventud a los cuarenta, la soltería de la mano de la belleza, proyectos personales y análisis variados de distintas situaciones, tanto sociales como televisivas. Pero esa casettera Aiwa yace sobre la mesa, testigo de la charla, juez ecuánime para los dos, para quien pregunta y para quien responde. “Lo tengo porque una vez inventaron una entrevista y además para tener cierta coherencia conmigo misma –explica Palmiero–. En el caso de que el periodista escriba cosas que no son, puedo chequear si me extralimité con lo que dije o si efectivamente mintió. En ese caso llamo y lo re puteo”.


Una vez finalizado el affaire por la presencia del adminículo, la charla continúa. Enfundada en un vestido Adidas de tenista, las cabezas de los varones que se juntan a  charlar de negocios giran hasta casi desnucarse. Ella hace como que no los ve. En la confitería del Vilas Club pasa la esposa tailandesa del dueño y su hija juega en la computadora de la recepción. Algunos profesionales de la raqueta pelotean en las canchas. Hay un ambiente de familiaridad entre la concurrencia top. “A mí me trajo mi hijo, que es fanático del tenis”, reconoce la mujer, que entró a las cuatro décadas pero lo disimula muy bien.


Va al gimnasio con regularidad diaria, contrató un coach para aprender a bailar y además incursionó en el tenis. Esa puede ser una explicación para sus rasgos juveniles, su afición deportiva. Ella, además, añade: “Hay un gran componente de genética. Mi mamá a mi edad era un bombón que a mi me daba cosa; mi abuela murió a los 76 años sin ninguna arruga. Gracias a Dios tiene que haber algo de eso”. Mujeres, envidien. Es que la herencia en este caso parece ser una bendición. “Reconozco que estoy bien, pero tengo una pancita en la que se acumulan los panes con manteca, los helados. No me privo de nada”.
—¿Usted también va a aferrarse a la mentira de que come de todo?
—En mi caso es cierto. Llevo una vida sana. Nunca me drogué, alcohol tomo muy poquito. De todos modos, una clave creo que es mantenerse inquieta. Estoy todo el tiempo atenta para aprender cosas. Ahora por ejemplo estoy con el tenis, que me ayuda a desestresarme.

Amor. Flavia está sola. Claro, tiene a sus dos hijos que la acompañan, pero a la hora del amor de pareja está sola. Dice que a esta altura de su vida, 42 años que no esconde, no quiere relaciones ocasionales y que es cierto, que cada vez hay más mujeres de su edad sin compromiso amoroso. “Lo que pasa también es que nos vamos acostumbrando a la soltería. A medida que pasa el tiempo cuesta cada vez más compartir con otra persona”, evalúa.


—¿Se acostumbró a la soltería?
—No. Pasé por todos los estados civiles. Estuve casada, en pareja, de novia. Pasé por todos, pero todavía sigo esperando al hombre ideal. Eso sí, tiene que ser un rey, porque ya no estoy para el príncipe azul.
—¿Cuál es el momento en que se nota más la soledad?
—Y, por ahí algún viernes o sábado a la noche. Llaman los amigos o la familia y una se queda en casa. Ahí tal vez pesa un poquito más, pero nada terrible.


La conductora habla de la diferencia de edad, un tema que no le molesta para nada. Reflexiona sobre la posesión en la pareja, y revela que está en pleno proceso de aprender a respetar más el espacio ajeno. A dejar ser, una cualidad que pretende le respeten. “Soy muy idealista”, reconoce.


Cultora del bajo perfil, eligió más de una vez no exponerse con alguna relación naciente. “En esos casos, la fama te juega en contra, pero hay gente que prefiere mostrar su intimidad, su vida de pareja. Yo no.”, asegura, y arremete contra los accesos actuales al mundo del espectáculo. “Cuando yo era chica era casi imposible acceder a la televisión –afirma–. Había que estar preparado, ser lindo, tener carisma. Hoy cualquiera tiene sus cinco, diez, quince minutos de fama. Pero este camino es largo, siempre lo repito”.

Efímeros. “El minuto a minuto es para los cobardes”. La frase suena lapidaria, y se refiere a las diferencias entre la tele actual y el medio tal cual como la conoció. “Romay no necesitaba ningún aparato para medir lo que le gusta a la gente, Yankelevich tampoco”, compara, y agrega: “Hoy no hay nadie que retome esa escuela. Esa gente te bancaba, se jugaban por lo que pensaban y sabían qué programas iban a rendir. Eso se llama oficio”, dice.


—Usted estuvo muy cerca de convertirse en productora de “La ola está de fiesta”.
—Sí, y era consciente de dónde me estaba metiendo. Al final resolvimos no hacerlo, pero no descarto que en algún momento vuelva. Eso sí, tiene que ser un producto muy cuidado, porque en él va mi capital, mi trayectoria artística.


Está ensayando la obra “Taxi”, que se presentará durante la temporada veraniega en Mar del Plata, una asignatura pendiente en la carrera de la también actriz. “Hace años que no iba, pero cuando me mostraron el elenco y el libreto supe que tenía que hacerlo. Formaba parte de un desafío”. En la obra actuarán también Carlos Calvo, Fabián Gianola, Daniela Cardone, Martín Slipak y Dalma Maradona, con quien tiene una anécdota memorable: “Cuando se casó el padre, Dalma (que no tendría dos años) pidió que fuera yo quien animara la parte infantil del festejo. Fue la mejor fiesta en la que estuve alguna vez, algo increíble. De hecho salí en una foto a dos páginas en la revista París Match, no lo podía creer”.

 

Después de aquel encuentro, y a la vuelta de los Maradona de Nápoles, Palmiero animó un cumpleaños más de la entonces niña Dalma. “Hoy la veo y parece mentira. Es súper respetuosa, responsable, educada. Me hace acordar muchísimo a mi hija”.


Asegura que no le molesta que los jóvenes que tienen entre veinte y treinta años la saluden y le recuerden su pasado en las dos olas, la verde y la que estaba de fiesta. “Me encanta que lo hagan, es muy movilizante. Hay gente que se toma a mal esas cosas, pero a mi no me molesta para nada”.
Pasó casi una hora de charla. Flavia dio vuelta el casette, que registró la conversación. Terminó su sándwich de atún con huevo y sale rápido para sus ensayos de baile. Los hombres que almuerzan al lado detienen el mundo para mirarla. Pero ella hace como que no los ve.

Agradecimientos: Maquilló Mauricio Camilo para Sebastián Correa con productos Elena Rubinstein. Peinó Lucas Martínez para Sebastián Correa. Benito Fernández, Beleidades, Ricky Sarkany, Joyas Oleana (Quintana 296) y trajes de baño Mina Swim.
Producción: Ana Boló Bolaño y Julieta Marcos.
  

Periodista Revista 7 Días
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