Crece la producción de juguetes nacionales

Los chicos al poder

El sector exporta a Brasil, Uruguay, Chile, Ecuador, Paraguay, México y Estados Unidos. En Navidad y Reyes, las ventas subieron un 10 por ciento.

Por Graciela Moreno
Pocos sectores tienen una competencia tan feroz como el de los jugueteros. Más del 70 por ciento de los juguetes que se consumen en todo el mundo provienen de China. Pese a todo, los fabricantes locales siguen en la lucha. No sólo aumentaron su producción, sino que además ya exportan a Brasil, Uruguay, Chile, Ecuador, Paraguay, México y Estados Unidos. Miguel Faraoni, presidente de la Cámara Argentina de la Industria del Juguete, hace un balance del año y cuenta que en Navidad y Reyes las ventas treparon un 10 por ciento.

Siempre en la eterna pelea, recién ahora los fabricantes de juguetes se están sobreponiendo. Antes de la década del ’90, en la Argentina llegó a haber más de 250 fábricas de juguetes. Con la apertura de la importación, tuvieron que cerrar 190 empresas y apenas quedaron en pie 60. De tener más del 90 por ciento del mercado, pasaron a retener apenas el 9 por ciento. “Cayeron en desgracia íconos como Top Toys, hoy reconvertida en RKS, que llegó a tener 400 empleados y hasta un estudio de televisión propio para grabar sus avisos. Muchas cerraron o se dedicaron a importar. En la actualidad existen 105 fábricas locales y casi 30 más que realizan un trabajo casi artesanal. Los juguetes nacionales ya recuperaron el 35 por ciento de las ventas del mercado. El resto proviene del exterior, un 80 por ciento llega de China, un 20 por ciento de Brasil y algo menos de Europa y Estados Unidos”, puntualiza Faraoni.

En el año 2008, el sector cerró con una facturación de 100 millones de dólares y el año pasado, pese a todos los malos augurios, lograron crecer un 10 por ciento y facturaron 110 millones de dólares. “A principio de año, todos estimábamos una caída en las ventas de un 30 por ciento con despidos o cierres temporarios. Desde la Secretaría de Industria compartieron nuestra misma visión e impulsaron una baja de casi un 25 por ciento de las importaciones. Pero finalmente, el sector juguetero creció y sumó más personal”, señala el presidente de la cámara.

La lucha no es sólo contra los fabricantes chinos. “Las nuevas tecnologías, los videojuegos, las PC y los celulares también son una dura competencia. Antes las nenas jugaban con juguetes hasta los 10 años, ahora a los 6 ya están frente a la computadora. Sin embargo, el juguete es una importante ayuda en el crecimiento de un chico. Permite compartir y dialogar, a diferencia de la PC que lo aísla. Los juegos obligan a los niños a cumplir reglas, establecen disciplina, ayudan al trabajo en equipo”, explica Faraoni. La creatividad fue una de las claves para salir adelante, así como también la reconversión y la profesionalización. No hay una fórmula infalible para lograr el éxito de un juguete. A la hora de tomar las licencias de algún personaje conocido, también es un riesgo que corre el fabricante. Debe pagar entre un 10 y un 13 por ciento de regalías y si a los chicos no les gusta el producto final, todo queda perdido.

La falta de personajes infantiles argentinos es otro de los impedimentos. “Nos perjudica que casi no haya programas para chicos en la televisión abierta. Aunque sabemos que no todo lo que se publicita en televisión se convierte en boom, se hace difícil para las empresas argentinas de juguetes pautar avisos enfrentando los presupuestos millonarios de Mattel (Barbie) o Hasbro (Power Rangers, entre otros)”, argumenta. Mientras tanto, casos como la empresa Dimare que relanzó la marca Rasti en 2007, dan una luz de esperanza. En el 2009 aumentó un 53 por ciento su facturación, exporta a Brasil, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Chile y acaba de firmar un acuerdo con el Reino Árabe de Bahrein. Hoy tienen en Mataderos una planta de 4.000 metros cuadrados y 75 empleados, lejos de los 11 que habían quedado en pie en los ’90.

Entre los cambios que llegaron a partir de 1999, la Cámara Argentina de la Industria del Juguete abrió, en su sede del barrio de Boedo, un laboratorio para testear las normas de seguridad de los juguetes, no sólo nacionales sino también importados. Nada está librado al azar, con estrictas normas se cuida hasta el más mínimo detalle antes de que el producto llegue a manos de los chicos. “También certificamos las normas de seguridad de los juegos de las plazas y de los peloteros. La novedad es que hacemos ensayos de ruidos aéreos en heladeras e incubadoras”, explican en la entidad.

Cuidando todos los detalles, los fabricantes de juguetes argentinos quieren volver a recuperar el impulso.
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