Luciano Castro le enseñó a surfear a su hijo

Por Caras
El mar se muestra embravecido. Como una desafiante mujer que espera ser conquistada por un salvaje pirata. Como buen caprichoso seductor, a él los desafíos le generan pura adrenalina. Sonríe satisfecho y empuñando su tabla de surf, como la más filosa de las espadas, corre en su nueva batalla. Enfundado en un traje de neoprene oscuro, Luciano Castro (34) se abre paso por la orilla. Sus huellas quedan hundidas en la arena mojada. Esquiva la primera ola que se interpone en su carrera y continúa su camino entre la espuma del mar. Salta y corre. Se muestra dispuesto a batir un nuevo récord. Se acuesta sobre su tabla y entonces son sus torneados brazos los que lo ayudan en un remo sin descanso. Va en busca de la próxima ola.

Esperando que esta sí lo deje pararse para surcar un camino que lo devolverá a la orilla. Así, jugando, casi como un chico, repite una y otra vez la rutina que caracteriza a todos los audaces marplatenses que, como expertos surfistas convirtieron en suya la tradicional playa de Waikiki. Luego de pasar más de una hora jugando en el agua, quien personifica a Enzo en la historia que los “Valientes” presentan en el teatro América, regresa corriendo hasta la carpa que diariamente ocupa en el balneario Guillermo. Con el coraje y el desparpajo que lo caracteriza, no sólo enfrentó las olas cuando fue necesario, sino que aprovechó para divertirse. Apenas habían transcurrido las primeras horas de un nublado mediodía en la costa, cuando el musculoso actor llegó a la playa manejando su imponente camioneta color negro.

“En la vida hago todo como si fuera la última vez. Le pongo pasión a todo lo que encaro. Soy muy temperamental y verborrágico. Nada sumiso”, supo confesar quien también se reconoce como un frustrado boxeador. El mismo que hoy asegura estar solo, aunque algunos rumores lo relacionan con su “hermana”, desde septiembre, en la ficción televisiva de “Valientes”, la actriz María Eugenia Tobal (34). Con su tabla al hombro, no dudó en instalarse en la tradicional zona de Waikiki -donde aseguran los expertos que rompen las mejores olas- para aguardar la indicada. Luciendo el gran tatuaje que cubre su espalda y baja por una de sus piernas, se internó en el mar.

Para Luciano Castro, Mar del Plata es “su” ciudad por excelencia y elección. Aquí disfrutó de inolvidables momentos de su infancia, en familia, junto a sus hermanos Laura, Emilia y Joaquín. Y aquí también esta temporada aguardó con ansias la llegada de su hijo Mateo (7). El pequeño, fruto de una frustrada relación amorosa vivida en plena juventud, es su pasión absoluta y su más grande preocupación. Aseguran sus amigos que Luciano es un padre que se desvela por estar presente en los momentos más importantes de la vida de su hijo y que intenta educarlo de la manera más natural y libre posible. “No te preocupes más, papi! Las fiestas de fin de año las vamos a pasar juntos. Ya faltan pocos días para que viajes a pasar unos días con papá y podamos jugar en el mar”, le habría confiado Luciano a su hijo por teléfono el mismo 25 de diciembre. Y no le mentía, ya que dos días después, Mateo llegaba a instalarse junto a su papá en el departamento que el actor habita en una de las Torres de Manantiales. Luego de recibir los regalos de un Papá Noel tardío, padre e hijo llegaron a la playa para que Mateo estrene su pequeña tabla de surf y, en su debut frente a las olas, cuente con el mejor maestro del mundo. Casi como dos chicos, rieron, corrieron y siempre sus hazañas terminaban con un fuerte abrazo fraternal. Cada batalla ganada por Mateo era festejada por su protector padre con un vivo “Bien, papi!” que llenaba de placer el rostro del pequeño.

La inmensa felicidad del niño le hizo olvidar el sinsabor de tragar tanta agua salada en cada nueva emprendida contra las olas. Risas, abrazos, carcajadas y “choques de manos” en adelantados festejos por efímeros triunfos, volvieron a unirlos en una tierna postal familiar. Pequeños descansos, planchados sobre sus tablas, sirvieron para que los deportistas socios tuvieran su merecido respiro para volver a cargar sus energías contra una nueva serie de olas. La escena se repitió una y otra vez a lo largo de una hora. Luego, ya con sus fuerzas casi al borde del agotamiento, finalmente, los surfistas emprendieron su regreso hacia la orilla. Como dos experimentados en la batalla de dominar las olas, volvieron a cargar sus tablas sobre sus hombros y regresaron corriendo a buscar refugio en la carpa que ocupaban en el balneario Guillermo.

“Siento una gran pasión por todo lo que hago en la vida. Siento pasión por vivir y por amar. Y creo que eso es lo mejor que le puedo transmitir a los demás”, supo confesar el fanático admirador de la serie Linterna Verde. El actor que supo interpretar papeles tan fuertes como disímiles a lo largo de sus 17 años de carrera en la televisión. Por una tarde, Luciano Castro dejó de lado al seductor galán de Valientes para ser sólo un padre que disfrutó del incondicional amor de su hijo.

“Mi hijo es lo mejor que hice en la vida. Me considero un papá presente pero también muy exigente. Por eso lo protejo mucho y no quiero que forme parte de mi vida profesional. El es parte de mi intimidad”, aseguró. También, en la intimidad, que protege como el mayor de sus tesoros, supo comentar de la ausencia de una mujer en su vida. Luego de la separación de la conductora Elizabeth Vernaci, Luciano no vivió más que un rumor que llegó a vincularlo con Marcela Kloosterboer pero que jamás fue confirmado ni desmentido por ninguno de los dos. Sin embargo, ahora nuevamente algunas versiones vuelven a unirlo a otra de sus compañeras en la historia televisiva de Valientes, a María Eugenia Tobal, quien desde septiembre interpretó a Andy. Mientras ninguno de los dos habla del tema, muchos recuerdan la filosofía de Castro, quien no hace mucho tiempo dijo: “Vivir, para mí, no tiene mucho misterio. Es mucho más simple y más sano de lo que cualquiera puede imaginar. A mí me seduce la inteligencia de una mujer. No me fijo en las medidas perfectas. Como dice Leo -su personaje en Valientes- el amor es más fuerte...”
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