Politiquería agonal

Por Alejandro Moreyra
Existe una definición clásica de la política en la que se la divide en dos fases distintas. Una es la política agonal, donde los nombres propios son eje fundamental, que consiste en la lucha por el poder y su acumulación. La otra es la arquitectónica, que se desarrolla en la acción política, donde se lleva a cabo el ejercicio del poder obtenido en la etapa previa.

Estas fases son simbióticas, y se necesita una de la otra. No hay una arquitectura política estable si no es acicateada por un estadio agonal, en el que la lucha por el poder despierte al gobernante de turno. Asimismo, este gobernante precisa contar con una arquitectura en su gestión que le permita resistir los ataques de los oponentes. Dicha conjunción es la política “plenaria”. 

¿Qué demonios está pasando acá? Parece que la fase arquitectónica está siendo dejada de lado para dar lugar a la agonal, que acapara todo el terreno sin piedad. 

Algunos abandonan sus cargos ejecutivos, para los que fueron votados hace un par de años apenas, para ser candidatos legislativos. Otros, dejan momentáneamente de lado sus exitosas carreras artísticas o empresariales para incursionar en la actividad política.

Los hay quienes se presentan a estas elecciones, simplemente para utilizarlas como un trampolín hacia la contienda electoral de 2011. Es decir, el cargo que puedan ocupar durante estos dos años, les interesa poco o nada, sólo importa acumular más y más poder.

Curioso es el caso de las llamadas “candidaturas testimoniales”. Si los postulados no van a asumir el cargo por el que alcanzarían ser elegidos, luego lo único que quieren es legitimar su dominio. No quieren colaborar con la arquitectura de la política, sino vencer en la salvajada agonal.

No se les cae un proyecto

El problema básico que se presenta en esta contienda es la falta de perspectiva sobre la instalación posterior en el poder: “¿Qué voy a hacer una vez que ocupe el escaño?”. Si bien puede haber candidatos que tengan algún proyecto para presentar, los más relevantes en esta contienda trastabillan al momento en que se les cuestiona eso.

“Tengo un plan”, dice uno…pero no cuenta cuál es. “Volvemos al 2001 si no nos votan”, gritan del extremo opuesto. “Sería una tontería que te dijera algún proyecto concreto, tengo miles”, retruca otra. Sería bueno saber qué tienen en mente, más allá de pensar en venderse como figuritas de Cromy. 

Esta puede ser una profecía agorera, pero aparentemente, hasta las elecciones de 2011 no veremos demasiados rasgos arquitectónicos en la política argentina. Parafraseando al General, podría afirmarse que “los hay de izquierda, los hay de derecha, los hay ortodoxos, los hay heterodoxos… pero son todos agonales”.
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