NOTA

Parece un chiste de mal gusto, un cuento mal contado. Para entrar a la Villa 31, en Retiro, una de las calles que conducen al centro del barrio se llama Esperanza. No es fácil entrar, tenes que ser conocido del lugar, tener tu ranchito, ser un cura villero o un dirigente político. A medida que vas entrando, todo es diferente a lo que uno piensa. Los nenes corren de acá para allá (casi siempre con una pelota de fútbol en mano), los padres ya salen de sus casas con cemento en las manos. Otros, un poco peor, agarran su carro de cartones y, a contramano de mi recorrido, salen a la Ciudad a juntar algo de plata para poder llevar un plato de comida a su casa. 

Así es la entrada a la Villa 31 entrando por la calle Esperanza. 

Para poder entrar hasta el centro de la villa lo hicimos con un dirigente político y villero, Rafael Klezjer, trabaja en estos lugares hace mas de 20 años, nació en una villa, con los pocos recursos que tuvo en la infancia estudió, salió adelante y hoy vive en el barrio de Boedo y tiene su casa y familia. Rafa no olvida las necesidades que tuvo que pasar y visita tres villas de la Ciudad de Buenos Aires casi todos los días de su vida. Para llevar ropa, comida, materiales de construcción, y ayudar a los necesitados del lugar. 

Además, armas diferentes marchas para reclamar por las necesidades. Junta a la tropa, y caminan varios kilometros hasta el Congreso, la Casa Rosada o diferentes Ministerios y así hacer escuchar sus reclamos.

Rafael Klezjer, la "estrella" de la Villa 31

-¿Por donde nos vas a pasear?

-"Primero pasamos por el Barrio Obrero, después caminamos unas cuadras hasta el refugio Padre Mugica y terminamos en la canchita de fútbol. Saquen las fotos que quieran pero no jodan a los pibes" nos advierte. 

Mas cuadras recorres, imagenes mas crudas se presentan. La falta de oportunidades y la miseria lleva a las personas a tener un modo de vida dónde es muy dificil avanzar. Inmigrantes, obreros, niños y perros se mezclan entre la basura y cuentan una realidad que no se ve todos los días en las calles de la Ciudad.

Un nene camina con materiales de construcción, ayuda a su padre a armar su casita

-¿Que es lo que mas falta en la Villa?

-Hoy lo que mas duele es la cantidad de gente que no llega a comprar el pan para su familia. Cada vez cuesta mas. Nosotros marchamos seguido por comida y salud, es lo que mas pedimos. Acá no entran las ambulancias, mueren pibes todos los días y nadie se entera. Muchas familias destruidas por la decidía, la falta de seguridad no ayuda. Estos últimos años llegaron muchas familias, ya no saben dónde ubicarse, por eso se construye para arriba, hay una aglomeración impactante. Duele.

Los niños con sus padres hacen cola para conseguir una bolsa de pan.

Historias dentro de historias

Una familia de brasileros vinieron al país en busca de un mejor futuro y hoy están en la Villa

Yago y su mujer Marcela la pasaban mal en Brasil y hace años vinieron al país a buscar un mejor futuro. Nunca se pudieron instalar en la Ciudad y entre mudanza y mudanza fueron a terminar a un ranchito de la Villa 31. Tienen dos hijos y aseguran que ya son "uno mas" en el comunidad. 

"El argentino promedio es muy humilde, ayuda mucho. Nosotros pensamos que ibamos a ser unos inmigrantes acá y ellos siempre nos ayudan mucho. Si no estás metido en lios, te respetan y te cuidan. Ninguno de los que vive en la Villa va a lastimar a otro pobre. Son codigos, están acá y en las favelas, a un pobre no se lo lastima." dice Yago mientras calienta el agua para los fideos.

Marcela cuida a sus hijos mientras el padre sale a conseguir algo de comida

"Lo que mas duele es cuando no les podes dar de comer a los nenes, muchas veces nosotros aguantamos el hambre para que ellos coman. Nos cuesta conseguir trabajo y la remamos mucho para poder salir adelante. No queremos volver a Brasil, queremos seguir luchandola acá"

Mas nenes se acercan a la "iglesia" a buscar comida, juguetes y ropa

Algunos no pueden tener ni su propio techo en una villa

Rafa llega, y como líder natural agrupa a la tropa. "Hoy marchamos por comida pero no nos olvidemos de nuestro compañero Mariano" (En referencia a los 7 años del asesinato a Mariano Ferreyra en una protesta a manos de la policía) 

"Acá no somos ni kirchneristas, ni macristas, ni troskos, somos pobres, somos otra categoría. Solo queremos que mejoren nuestra calidad de vida, que entren las ambulancias, que la policía nos proteja, que no falte comida en las mesas y que haya cloacas, partiendo de esa base podríamos llegar a tener pensamientos políticos, sin eso, es imposible" 

Rafa parte para el Ministerio de Desarrollo social

Dos jóvenes se preparan para marchar desde la carpa "Padre Mugica"

Llegando a la canchita de fútbol, termina de dejar algunas prendas de vestir y sale por la diagonal para caer directo al tren. No es una gran multitud el que lo sigue, pero juntos van a pelear algo mejor para el barrio, que desde afuera parece un mundo impenetrable e inhabitable, pero que desde adentro, simplemente son padres, hijos, e inmigrantes que todos los días luchan por un futuro mejor.

"Coqui" sonríe a la cámara luego de recibir un regalo.

Desterrando mitos

Nubes de zapatillas muestran un cielo que para ellos, es gris

Las nubes del cielo cada pocos pasos se ven interrumpidas por zapatillas que cuelgan desde los cables. Dos o tres pares de zapatillas cuelgan y adornan casi todas las cuadras de la villa, Rafa se ríe cuando le preguntamos si eso lo cuelgan para "marcar" algún puesto dónde se vende droga en el barrio

- "Las zapatillas esas son de algún muerto, es un homenaje. Acá murió alguien y lo homenajean poniendo sus zapatillas colgadas. Eso es mas triste, mira la cantidad de zapatillas que cuelgan, cada par, es un pibe menos. Y eso que no fuiste al fondo, ahí está minado, los pibes se respetan mucho, hay códigos irrompibles acá, tenes que estar para entenderlos, afuera, nadie los comprende"

Una postal que se repite, antes de los siete años los chicos ya están trabajando para conseguir unas chirolas.

De acá para arriba tenes que apagar la cámara. La parte mas cruda de la villa se vive en esos pasillos, dónde la droga y la falta de educación hacen estragos.

Apago y guardo la cámara y Rafa me pide que lo ayude con una bandera. Junto a otros jóvenes y algún que otro militante, comienza la marcha, terminará, Rafa volverá a su casa y en dos o tres días volverá a recorrer estos pasillos y, otra vez, nadie querrá contar la historia de los "perdidos"

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