Revista 7 Días

"Con Graciela prefiero dar vuelta la página"

El ex de Alfano, devenido humorista, brilla en las tablas y asegura que aspira a ser como Olmedo. Cómo le impactó el accidente de Francisco Capozzolo, con quien solía festejar juntos el cumpleaños. Su éxito en contraste con el mal trance de su ex, un tema que analiza en terapia.

Por Gaston Rodriguez
De trazar una analogía un tanto bélica, el presente de Matías Ale experimenta el efecto devastador de su onda expansiva luego de la explosión. Todas las noches, a excepción del lunes, gasta el escenario del teatro Atlas de Mar del Plata a fuerza de gags, chistes y baile. Y mientras su popularidad en la calle alcanza niveles astronómicos, una figura del calibre de María Eugenia Ritó, su compañera en “Vedettísima”, no se sonroja al declararlo oficialmente la revelación del año.

“Es muy fuerte lo que está pasando. Del teatro salgo a las tres de la mañana y me demoro una hora y media en saludar a cada uno de los que se quedaron esperando en la calle. No me voy hasta que el último no se lleve la foto. Lo hago porque a mí me pasaba lo mismo cuando no era conocido. Si alguien que yo admiraba se tomaba un minuto para darme bolilla era la gloria. Yo vivo a la vuelta del teatro y todas las noches me voy caminando. Parezco Forest Gump porque la gente viene a mi lado y me acompaña hasta la puerta del hotel”.  

–¿Por qué cree que lo quieren tanto?

–No sé, pienso que es porque hago un humor sano, que es el que a mí me divierte. Y además porque soy auténtico, no compongo un personaje cuando salgo a saludar a la gente.

–¿Nota que éste es su año?

–Sí, la verdad que me siento muy bien y muy cómodo arriba del escenario. Cuando me dijeron quiénes iban a estar en la obra pensé que me llamaban para sostenerle el bombo por un par de minutos a uno de los Nocheros y nada más. Pero me dieron dos sketches, una coreografía de baile y un monólogo de chistes, que cuando termino la gente me pide más.

–¿Se ve en unos años como el nuevo capo cómico argentino?

–Uno siempre tiene un referente y el mío es Alberto Olmedo. Cada vez que puedo le pido a Tristán que me cuente anécdotas de él. Obviamente, para mí es inalcanzable, pero trabajo para lograr algo parecido en la gente y creo que de a poquito se va a ir dando.

–¿Qué percibe que tiene de Olmedo?

–Mucha gente me ha dicho que tengo esa picardía tan característica del “Negro” y también la manera en que llego a la gente. Uno labura para ser como él, pero prefiero no compararme con semejante groso.

Mejor solo. El huracán Alé no tiene miramientos con nadie. Conquista por  igual el corazón de una septuagenaria como el de un niño de cinco años y en el medio tiene tiempo para acaparar la atención de señoritas que lo ven como el último gran soltero codiciado: “¿Si estoy con alguien? ¡Nooooo! Dejame solo que así estoy bárbaro. A mí no me agarran nunca más”, se sincera entre risas.

–¿Qué lectura hace acerca de que su despegue artístico coincidió con su separación de Graciela?

–Trato de no analizarlo. Pienso que las cosas se dan cuando se tienen que dar.

–¿Por qué se demoró tanto?

–Porque en algún lado estaba escrito  que sea así. Uno no tiene que forzar nada, todo viene de un universo o de otro lado y tal vez yo tenía que estar preparado de esta manera para soportar esta explosión increíble. Hoy necesito juntarme con mis amigos para bajar un poco a tierra.

–Más allá de no estar juntos, ¿llegó a compartir algo de su éxito con Graciela?

–Lamentablemente no. Sí compartimos lo que fue el año pasado con “Bailando por un sueño” pero no hubo un broche de teatro importante. Después del programa empezamos un espectáculo juntos, pero no fue una obra tan grande como ésta y tampoco tuvo el mismo éxito. Hacer reír solito a 1.500 personas todos los días es muy fuerte y me hubiese gustado compartirlo con ella.

–¿Lo vino a ver al teatro?

–No.

–¿Le gustaría que venga?

–No.

–¿Entonces prefiere dejar atrás la historia por completo?

–Sí, es mejor dar vuelta la página y empezar un año nuevo. Ya dije todo lo que tenía que decir y es mejor cerrar las etapas bien.

–¿Habló con ella tras el accidente de su hijo?

–Obviamente, la llamé pero no pude comunicarme porque estaba en México, pero hablé con Gonzalo, su hijo más chico, con el cual mantengo una relación excelente. Y con Francisco, el accidentado, siempre festejábamos juntos los cumpleaños porque él es del 11 de agosto y yo del 13. Por suerte está fuera de peligro.

–¿No siente un poco de culpa por su buen momento personal en comparación al de ella?

–No, pero igual es un tema que hablo mucho con mi terapeuta. Creo que cada uno tiene su momento y, obviamente, por el amor que nos hemos tenido le deseo a Graciela un camino lleno de rosas, que le vaya bien en todo lo que haga. Ella es una persona de luz, muy exitosa, que seguramente cuando emprenda algo le va a ir tan bien como le fue siempre.
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