Bizarren Musik Party

La fiesta que transformó lo grasa en cool

Empezó como una reunión de amigos que añoraban oír hits de otra época. Hoy, reúne a miles de personas bajo un mandamiento único: "Honrarás a Cacho Castaña y a Las Primas".

Por Bruno Lazzaro (Veintitrés)

La gente canta, baila y... se agarra la cabeza. No puede creer lo que tiene frente a sus ojos: Jazzy Mel salta, en un escenario que simula ser una verdulería, al ritmo de “Fue amor”, el tema que hace 18 años lo convirtió en un verdadero one hit wonder. El rapero agita los brazos de un lado hacia el otro y consigue que las seis mil personas que están en el Microestadio de Argentinos Juniors coreen su nombre: un recuerdo de un pasado que no fue.

La escena, que no forma parte de un especial del Ritmo de la Noche que Marcelo Tinelli condujera a principios de los ’90, sucede en la Bizarren Musik Parti, el evento social que logró reconvertir el término grasa en cool. En esto, mucho tuvo que ver su creador, Nico Cors, que hace tres años se propuso realizar una fiesta entre amigos para escuchar “algunos de todos esos temas que en su momento fueron furor –‘Con una rubia en el avión’, ‘La Pachanga’, ‘Levantando las manos’, ‘La felicidad’, ‘Cachete, pechito y ombligo’– y que hoy siguen vigentes en la memoria de más de una generación”.

Tras bambalinas, Alcides fuma y le rinde tributo al fernet con cola mientras aguarda para salir a escena, dentro de dos horas. Los integrantes del grupo de cumbia Amar Azul se aúnan para una charla previa a su presentación. En las pantallas laterales del escenario, Adam West baila el batitwist disfrazado de hombre murciélago, mientras Krusty el payaso y El Zorro se abren camino entre los presentes. El delirio se contagia incluso sin alcohol, ya que en la última fiesta el gobierno porteño prohibió su venta.

“La primera fiesta –continúa Cors– la hice el 10 de junio de 2006 en un centro cultural de Villa del Parque. Éramos entre 70 y 80 personas. En ese momento me dedicaba al rubro metalúrgico pero, producto de la insistencia de mis amigos, terminé haciendo una fiesta para seis mil personas. Todo, de boca en boca”. Un verdadero fenómeno por el que Cors ya fue consultado para trasladarlo a Mar del Plata y a Córdoba.

Una vez al mes, cientos de seguidores de lo bizarro –la gran mayoría, disfrazada– se dan cita en un evento que, para muchos, tomó categoría de culto. La explosión masiva no se produjo hasta el año pasado, cuando las fiestas incorporaron a artistas como Los Ladrones Sueltos, Cae, Tremendo, Los Sultanes, Lía Crucet, Pablito Ruiz, Paolo el Rockero, Donald, Clericó con Cola y King África. “Al principio, no sabía cómo encarar a los artistas para convocarlos –admite Cors–. Tenía miedo de que se lo tomaran a mal, como si hiciera un rejunte grasa. Pero lo que los hace más bizarros todavía es que ellos mismos se lo toman en serio.”

“Es un orgullo y un placer que me convoquen para cerrar la mayor fiesta popular y nacional –dice Alcides–. Este es uno de los shows que más disfruto hacer.”

¿Pero qué diferencia hay entre lo bizarro y lo grasa? Según Cors, “el límite es muy delgado. Lo bizarro es extravagante, raro, freak, grotesco, excéntrico. Puede ser que lo bizarro y lo grasa estén emparentados. Lo que los separa es el paso del tiempo”.

Entre artista y artista, las canciones que hicieron época se mezclan con cortinas de programas de televisión como Jugate conmigo, publicidades famosas –Tubby, Bananita Dolca, la de Quilmes del Mundial 98–, música de películas como Mingo y Aníbal o Brigada Z y fragmentos de relatos de goles famosos –el “barrilete cósmico” de Víctor Hugo Morales es un clásico–. En las pantallas pasa de todo: fútbol, bloopers y películas. Y en el escenario, algunos personajes que ya se hicieron famosos con el correr de las fiestas: el Pibe Mondiola –un superhéroe que regala sandwiches de bondiola durante diez minutos– y el Gordo Stripper –un hombre de 150 kilos que baila al compás de “You can leave your hat on”, la canción de 9 semanas y media– son dos de los habitúes.
“Ya vine otras veces, pero esta es la primera que vengo con mi traje de superhéroe, El Hombre Porro –dice Jorge, un cigarro gigante–. La Bizarren es única. Ojalá que no crezca más, para que no se pierda la esencia.”

“A la fiesta vengo desde hace dos años, no me pierdo ninguna –cuenta Claudia, de 30 años, que se disfrazó de la Mujer Maravilla–. Las bizarras lograron reunir a un montón de personas con un humor en común. Acá todo el mundo se disfraza, hace lo que se le canta, y el lunes vuelve a ponerse el traje para laburar. Nadie se inhibe. Es el sitio ideal para ser joven por siempre.”
Sin embargo, la explicación de la atracción por lo retro se rompe en pedazos ante la presencia de muchos seguidores que rondan los 20 años y que, por lo tanto, no vivieron mucho de lo que sucede durante la Bizarren. “Me cuesta entender cómo se identifican con la fiesta ya que, por más que forme parte de un fenómeno producto de Internet, esa sensación de estar pasando por algo que ya vivieron no la tienen”, afirma Cors.

Tan grande es el éxito de la fiesta que ya tiene su propio merchandising –remeras, pins (a los que no se puede acceder a través del pago en billetes de estanciero, ni en patacones, como afirman desde la página bizarren.com)–. Eso sí, todos aquellos que quieran hacerse partícipes deberán respetar el mandamiento más importante del evento: “Honrarás a Cacho Castaña y a Las Primas”.

“Tengo un sueño –dice Cors– y es tenerlo a Cacho. Es el tipo por el que empecé todo esto. Cacho es el alma de la Bizarren. Pero por su resurgimiento, y por lo que cobra, me parece que me voy a tener que disfrazar de Sofovich para convencerlo.”
¿Quiere recibir notificaciones?
Suscribite a nuestras notificaciones y recibí las noticias al instante