Revista Veintitrés

Cómo quedó Chile después del terremoto

El terremoto social después del sismo. El drama humanitario dejó al descubierto la inequidad de un país que deberá reconstruirse. Un relato distinto desde el corazón del caos.

Por Carlos Romero
(Desde Chile)

El micro está varias horas demorado. Regresa –o intenta regresar– desde la ciudad de Talca, en la zona de Maule, la séptima de las regiones en que la dictadura pinochetista dividió hace ya 37 años al territorio de Chile, para su mejor control. Maule fue uno de los lugares más afectados por el terremoto del pasado sábado 27 de febrero. Al cierre de esta edición, allí se contabilizaban 586 muertos y 4 desaparecidos, la mayoría en la ciudad costera de Constitución, donde casi nada quedó en pie.

Mientas un niño repite “Chi-chi-chi, le-le-le, viva Chile” y su madre intenta callarlo para no sumar al malhumor que todos los pasajeros tienen por la demora, el micro trata de llegar a Santiago, la populosa capital del país, que rápidamente recuperó su ritmo de vida urbano: distante y veloz, salvo por algunos cortes en el servicio de Internet que provocaron protestas. En un día normal, el viaje entre estos dos puntos no toma mucho más de tres horas, por la ruta 5 y con esa marcha intensa a la que suelen manejar los chilenos. Pero el terremoto lo cambió todo. El asfalto está reventado aquí y allá; hay camiones volcados hace varios días y los puentes que antes cruzaban la ruta ahora la bloquean, derrumbados por las réplicas. Por estos días, todo en Chile está en crisis, todo se quiebra. Todo cuesta el doble sin electricidad, agua, alimentos, teléfonos o una vivienda donde descansar. Todos en Chile lo saben. Esto, es decir, la reconstrucción, recién empieza.


* La nota completa, en la edición impresa de Veintitrés.
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