La mística cabulera de Estudiantes: Creer o reventar

El Pincha fue cuando el Brujo se murió

Desde 2006, el Brujo, hacía “trabajos” para el equipo con el aval de los referentes del plantel.

Hoy, la ciudad está cruzada por un rumor que se convirtió en una interminable cadena de mails y mensajes de texto en la previa del Estudiantes 0 - Inter 1: había muerto el brujo que desde hace dos años ayudaba al Pincha a tener la buena fortuna que todos deseaban. Créase o no, el mismo día en que esta persona encontró la muerte, Estudiantes perdió una final y resignó un invicto de 45 partidos en el Estadio Ciudad de La Plata que parecía ya inexpugnable.

Ayer, se habló tanto de esta circunstancia, penosa y triste para sus familiares y amigos, como de la derrota del equipo de Astrada, al fin y al cabo, apenas un accidente en la vida de un club.

Todos sabían algo. Todos recordaron los consejos del brujo. Todos se rindieron ante la potencia de sus logros que tuvo su pico máximo allá por diciembre de 2006, cuando el Pincha dio la vuelta olímpica ante el pomposo Boca en el estadio de Vélez. Y todos tenían la posta de qué, cómo y cuándo hacía lo que hacía para tirarle buena onda a Estudiantes y ahuyentar la energía negativa que pudiera rodearlo.

PODERES. Alberto, el hombre en cuestión, dejó alguna vez su trabajo en los medios de comunicación de la ciudad, para abrazar este don que llegó al plantel de Estudiantes en 2006 y acompañó, con algunos altibajos, hasta el pasado miércoles.

Fue justo antes de un partido con connotaciones muy especiales, que su trabajo empezó a proteger a Estudiantes. Fue el 22 de setiembre de 2006. El Pincha venía de cuatro partidos sin ganar, con un empate y tres derrotas, y hasta ya se hablaba de un eventual alejamiento de Diego Simeone, el entonces DT albirrojo.

Fue entonces cuando el brujo, con el aval de los referentes de aquel plantel, les trajo el mensaje de tranquilidad: “Quédense tranquilos, no pierden más hasta al final del campeonato” dijo con su fuerte vozarrón con el que pasó por distintas radios platenses.

En los muy allegados al plantel albirrojo, al hombre se lo llamaba por su nombre, aunque su contacto con los jugadores era el justo y necesario.

Apenas sus trabajos empezaron a hacerse conocidos, el imaginario popular lo bautizó: el brujo de Verón.

Es que sindicaron al capitán albirrojo como el hombre al que le habían ofrecido sus servicios y que había permitido su acercamiento al plantel pincharrata.

Creer o reventar, Estudiantes enar-boló a partir de su aparición una racha impresionante de 10 victorias consecutivas, con el famoso 7 a 0 en el clásico incluido.

Ya para entonces, los poderes del brujo eran incontrastables (tanto como el gran equipo que tenía el Pincha) y conforme llagaban los resultados, el hombre, con algunos kilos de más, recibía suculenta recompensa por su trabajo.

Estudiantes ese año fue campeón, pero aquel empate ante Argentinos Juniors en la penúltima fecha del Apertura 06 hizo dudar a muchos. El brujo ni se inmutó: “si me hacen caso, no paran hasta dar la vuelta olímpica”.

¿Qué hacía el hombre en cuestión? Poco se supo. Pero trascendió que hubo un par de sacrificios de aves en la zona del Barrio Aeropuerto, como asimismo, una tierra especial que algunos colaboradores y en algún momento directamente un jugador cuando entraba al campo de juego, se encargaban de esparcir en zonas estratégicas del mismo.

Hasta las cámaras de TV lo mostaron alguna vez en la Libertadores del año pasado. Por supuesto, Esudiantes ganó.

Y cuentan que el aumento de los servicios llegó a provocar un corte en la prestación, que algunos entendieron como la clave de la eliminación de la Copa de este año, ante Liga de Quito.

Recompuestas las relaciones, el brujo cobró protagonismo otra vez. Incluso tuvo un programa de emergencia en un clásico en el que Gimnasia era local y encontraron algunas gallinas muertas y cenizas en el  vestuario que era para el Pincha.

Los animales fueron devueltos por alguien de la utilería albirroja al vestuario opuesto y se hizo un trabajo de limpieza: el Pincha ganó 2 a 1, con dos hombres menos.

Quedarán en el recuerdo miles de comentarios y anécdotas, que todos  generosamente narran en off y nadie le da visos de realidad.

El brujo murió y hasta alguno se animó a justificar en su partida el mal momento anímico de algunos jugadores albirrojos que lejos del trabajo, le tenían cariño.

Justo ese día, el Pincha dejó un largo invicto. Creer o reventar.

* Gentileza Diario Diagonales
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