Cómo operan los remises truchos de Fuerte Apache

Son las 5 AM y Carlos Aria está casi listo. El sol despunta entre los monoblocks, toma dos mates y se apronta para estar sentado más de 16 horas en su Renault 11 semi destartalado. Su trabajo “es digno”, recalca mientras sale del Nodo Nº3. Vive en el barrio Ejército de los Andes, mal llamado Fuerte Apache, y todos los días gana entre $80 y $90 conduciendo un remís que funciona en forma ilegal dentro del suburbio. Es fácil reconocerlo, tiene un cartelito que lo identifica en el parabrisas.

Carlos, al igual que otros 50 hombres de uno de los sectores más necesitados de Ciudadela, en el partido de Tres de Febrero, se gana el pan “levantando” gente por la calle y llevándola hacia adentro del “Fuerte” o hacia Liniers. Son remises ambulantes y no funcionan como cualquier otro: no cuentan con una habilitación municipal, que ya la pidieron varias veces pero se la niegan; cobran $1,50 el viaje por la zona, siempre y cuando logren llenar el auto con cuatro pasajeros; de lo contrario, cada paseo cuesta $6. Están organizados por números y tienen horarios y recorridos fijos. “Es claro –comenta un vendedor de frutas- son una pequeña empresa”.

El circuito está dividido en dos. Unos, que son los llamados “de Capital”, por la jurisdicción que Ciudad tiene sobre la colectora de General Paz intersección Avenida Maipú, paran frente al Cementerio Israelita. Cuentan con un servicio de 38 autos y efectivamente como una pequeña empresa, tienen demarcada su forma de trabajar: la chica, que es la coordinadora, se aposta sobre la vereda de la misma colectora y administra a la gente que responde a la pregunta: “¿Van al barrio?”.

Como los pasajeros son recurrentes, en su mayoría trabajadores que salen de Ejército de los Andes hacia fábricas de Ciudad de Buenos Aires, se acomodan y forman una fila por su cuenta. La chica determina en qué auto suben, mientras que los coches se forman en fila. Tienen que esperar su turno que depende del número del vehículo. Ella se lleva $140 por cada jornada de 12 horas. “Son tres chicas por semana y una los domingos. Le pagamos entre todos”, dicen. Los conductores, “si el día es bueno, podemos ganar hasta $150”.

Estos tienen libertad de acción, “porque están arreglados” – se comenta- “garpan una cometa (SIC)”. La “cometa” no es municipal y se divide entre tres jurisdicciones policiales. Por eso, pueden “levantar” pasajeros vía al barrio o vía Liniers. En tanto, los otros 12 coches que paran en la ochava de Reconquista y colectora, frente a los primeros, son remises apócrifos “porque no pagan como nosotros para funcionar”, argumentan pero, de todas formas, “convivimos en paz porque queremos que todos tengan la oportunidad de trabajar”. Eso sí, mientras haya algún auto “de Capital”, los apócrifos no pueden “cargar en Reconquista”. Son los códigos de la calle.

El negocio de ser “trucho” y estar legitimado por la gente

Hace más de diez años, cuando la línea de colectivo 289 que pasaba por el interior de Ejército de los Andes correspondiente a la empresa La Primera de Ciudadela fundió, “uno de sus choferes agarró el auto y se puso en colectora para cargar gente”, cuenta la leyenda entre los remiseros.

El hombre no dio abasto con el trabajo y tuvo que “llamar a un par de colegas” hasta que se copó la parada. Hoy, el cupo “está cerrado” –indican- “porque sino no hay ganancias para nadie”. Y si bien el recorrido de la ex 289 lo tomó la 343 (Compañía Noroeste S.A.T), actualmente los transportes públicos no pasan por adentro del barrio “debido a las malas condiciones del asfalto”.

De las aproximadamente 40.000 personas que viven en el cúmulo de edificios, cerca de 500 viven de esta actividad que no está reglada y no porque ellos no quieran, “es que nos bajan el pulgar porque no reunimos las condiciones para funcionar”, dijo Sergio, el chofer del auto Nº1.

Al respecto, el secretario de habilitaciones comerciales del municipio, Víctor Seroni, señaló a 24CON que no les corresponde la autorización porque “al estar parados sobre colectora, pertenecen a Ciudad”. El hombre recalcó que “lo mismo sucede con los puesteros de abajo del puente (Gral. Paz y Angel E. Roffo)”.

 


Igualmente, “si quisiéramos reglamentarlos no podríamos porque no reúnen las condiciones necesarias”, dijo Seroni. Básicamente, esto es: un vehículo con diez años de antigüedad como máximo, requisito casi imposible de cumplir para ellos, y un local a la calle.

Los choferes argumentan que donde tienen la parada, “no hay locales porque da a la General Paz y es algo a lo que no podemos acceder”, pero el secretario comercial de Tres de Febrero retrucó: “Si no pueden conseguir un local en el mismo sector, podrían buscar otro que quede cerca, el claro ejemplo es el de los hospitales, que no tienen permitido tener una agencia adentro pero que el comercio habilitado generalmente está en la cuadra lindante”.

“Somos un servicio para la comunidad y queremos seguir trabajando”, replica Sergio mientras estaciona frente a la frutería. “Todos nos reconocen como tal –continúa- y cada día trabajamos mejor”.

Alquilar el “cartelito”

Es conocido el modo con el que las agencias de remís trabajan: algunos conductores manejan sus propios vehículos y le dan una parte de la recaudación a la agencia. Otros, alquilan el móvil y pagan tanto al dueño como a la remisería. En Fuerte Apache sucede algo similar: se alquila el cartel.

“Cuando un auto está descompuesto, o cuando alguien no trabaja por cuestiones personales, alquilamos el cartelito para que otro lo trabaje con su coche”, explicó Aria. Pagan $40 la renta y el resto se lo queda el laburante. “Ahí sí ganás más, porque no formás parte de la paga general y te queda todo el resto”, arguyó.

Recorrido estimado. Puede variar dependiendo de las preferencias del pasajero.
Lo “jodido” de vivir en el barrio


Pasó la calurosa tarde. Los 31ºC que marcó el Servicio Meteorológico fueron duros en el Renault 11 de Carlos, sin aire, claro. Y encima la pasó fiero. “No recaudé mal, pero cuando estaba pasando por Necochea y Ricchieri (la entrada principal a Ejército de los Andes) un operativo de Gendarmería me paró y yo venía completo (de gente). Menos mal que se avivaron rápido los canas, porque cuando nos revisaron descubrieron que el pibe que había levantado unas cuadras atrás, tenía una 9mm en el bolso. Me pegué un julepe bárbaro (SIC)”.

 

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