El arroyo que mató a siete personas podría hacer estallar una plaza

El espacio verde está sobre el entubamiento. "Las chimeneas liberan gases tóxicos en el mismo lugar donde juegan los chicos", dijeron a 24CON.

La contaminación del arroyo Santo Domingo, en Villa Domínico, amenaza con provocar una explosión, según reconocieron ONG’s locales a este medio.


En este sentido, los altos índices de toxicidad que presentan sus aguas, sumado a los gases que provocan los elementos en descomposición, “podrían provocar una explosión tan grande que volaría la plaza Eva Perón”, señalaron diferentes organizaciones que luchan por la recuperación del medio ambiente en Avellaneda.


Desde su entubamiento, hace más de diez años, los vertidos que las industrias depositan en su cauce “sólo fueron tapados para la vista, pero nada se solucionó con esto”, dijo a 24CON el ingeniero forestal y secretario de Asociación Civil Ambiente Sur, Jorge Trevin.

El espacio verde se ubica en la intersección de las calles Almirante Cordero y Fabián Onsari y está señalado por el "blog de la muerte" como un lugar "que esparce la muerte, donde muchas veces pasamos, vivimos cerca de un lugar sumamente contaminado y estos nos pasan totalmente desapercibido (chimeneas de escape de gases tóxicos, arroyos entubados, transformadores con PCB, etc)". (SIC).

El asunto es polémico. A lo largo de la traza del arroyo entubado, que recorre la avenida Bartolomé Mitre (una de las principales arterias del distrito) y varias calles aledañas, medio centenar de respiraderos asoma a poco menos de dos metros de altura.

Estos armatostes aparecen como el centro del reclamo y es uno en particular el que agita a los vecinos: “La contaminación aérea que sale del arroyo lo hace por estos tubos y, como están mal instalados, la gente respira los gases tóxicos. El peor está en la plaza donde los pibes juegan a unos tres metros de distancia”, relató a 24CON el defensor del pueblo de Avellaneda, Sebastián Vinagre.


Además de la controversial “chimenea”, los aledaños a la plaza sospechan que la misma fue construida con “los barros que se retiraron para el entubamiento”, según comentó la representante de la Asociación de madres de Las Torres, Marcela Andreani. Lo que daría un resultado poco menos alegre: “Los chicos estarían jugando sobre tierras ultra contaminadas”, definen.

Entre los reclamos formales, la defensoría del pueblo elevó un pedido a la justicia de la provincia para que se incluya al Santo Domingo, junto con el arroyo Sarandí, en el programa de saneamiento y reconversión planteados en el marco de la cuenca Matanza-Riachuelo, al comprobarse en su recorrida, que “toda la problemática y el nivel de contaminación, merecen el mismo tratamiento”, enuncian.
 

Santo Domingo afecta además de Avellaneda a Quilmes, Florencio Varela y Almirante Brown. La superficie de la cuenca es de aproximadamente 160 Km.2, con una extensión de aproximadamente 23 kilómetros. Todos ellos brutalmente contaminados.

 


Ácido y muerte

El Santo Domingo tiene un triste prontuario. El 27 de setiembre de 1993, siete personas murieron a causa de un escape de gas cianhídrico. A las 13 de aquel día, Manuel Nuin (79) se descompuso en su casa de 25 de Mayo 319. María Angela (80), su esposa, avisó por teléfono a su hijo Horacio (43), quien a su vez llamó a Rosa Scala (43), su mujer. Horacio Nuin salió corriendo hacia la empresa de atención médica Emercor.


Cuando volvió en la ambulancia, sus padres y su esposa estaban muertos. Tras ellos cayeron la médica Bibiana Otero de Turcutto (41), el chofer-camillero Roberto Voytezko (32), el enfermero Orlando Cáceres (30) y el propio Horacio.

La Justicia no encontró culpables: ya no queda ningún procesado, y la responsabilidad de los organismos públicos quedó en la nada.

La tragedia se debió a una combinación de sustancias tóxicas. Tiempo después se determinó que alguien echó ácido sulfúrico a las cloacas. A pocas cuadras y al mismo tiempo, otra persona tiró sales de cianuro. En el agua estancada se formó ácido cianhídrico, cuyo gas escapó por una rejilla de la casa de los Nuin.

Hasta que el camión se hundió

Sucedió en 1997 en la intersección de las calles De la Cruz y De la Peña. Antes de que la obra de entubamiento fuese terminada (la licenciataria fue la empresa Maracalba por casi U$S10 millones), un camión que transportaba un contenedor de casi 26.000 kilos rompió el asfalto y calló unos ocho metros al arroyo.

En ese entonces, los lugareños reconocieron que no se trataba de un caso aislado ya que habría habido otro accidente similar unos días antes del episodio. Pese a la existencia de carteles que prohíben la circulación del tránsito pesado, los vehículos actualmente transitan por la zona.

 

FOTOS Y VIDEO: Christian Ugalde

 

 

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