El caso de Pablo Podestá

Aerosoles por el cielo y humo sobre el agua

El voraz incendio que se desató en Johnson & Son en 1994 todavía sobrevuela la memoria de los vecinos. Dicen que se salvaron "de milagro" y advierten que "todavía no ocurrió lo peor".

Todo parece tranquilo en Pablo Podestá. En las gigantes instalaciones de la planta de Johnson & Son ubicadas sobre la Avenida Márquez no ocurren sobresaltos, por lo menos a la vista. Porque un murallón impenetrable esconde las casi 10 cuadras a la redonda de la fábrica. Pero cinco años atrás, los vecinos se llevaron el susto de sus vidas. “Temblaban las ventanas de mi casa con las explosiones”, dice a 24CON el almacenero del barrio, que vivió de cerca el accidente industrial.

En la madrugada del 26 de febrero del 2004 la empresa Johnson & Son de Argentina SAIC se las vio negras, luego de que se haya producido un incendio en uno de los depósitos internos de la planta. El fuego en pocas horas se convirtió en un incendio voraz y provocó una columna de humo que llegaba tan alto que parecía rozar las pocas nubes que había en el cielo oscuro.

 

Uno de los depósitos que ardió aquel día

Como en tantas otras ocasiones, los bomberos fueron los héroes del día, ya que evitaron una catástrofe aún peor. Aunque su labor fue extenuante, las 47 dotaciones permanecieron más de 12 horas combatiendo a las llamas, y evitaron que el fuego alcance los inmensos tanques con derivados de hidrocarburo que la empresa en ese momento mantenía bajo tierra. En los galpones afectados, había ceras, insecticidas, lustramuebles y otros productos, todos tóxicos. “Nos salvamos de milagro”, era el comentario generalizado en el barrio.

“Volaron aerosoles y tapitas por todos lados, llegaron hasta tres o cuatro cuadras más lejos”, recuerda otro memorioso del lugar. “Además quedó un olor a perfume mezclado con todo lo que estaba quemado, era nauseabundo”, agrega. Pero de las consecuencias del episodio, de la contaminación del aire y el suelo, los vecinos parecen no estar muy al tanto.

Luego del accidente, un grupo de personas de Pablo Podestá decidió crear la ONG Terratox. “Nació con la idea de tener una especie de fachada jurídica para poder entablar un vínculo constante con las autoridades. Tratamos de generar conciencia dentro de nuestras posibilidades, sobre los riesgos de los accidentes industriales mayores”, dijo a 24CON uno de sus fundadores, Ángel Navarro.

La asociación realizó varias denuncias a las autoridades provinciales a lo largo de los años. El año pasado, exigió al Organismo Provincial de Desarrollo Sostenible (OPDS) que cumpla con una extensa larga de medidas a llevarse a cabo en la denominada “zona Johnson” (Pablo Podestá y alrededores).

Entre los principales requisitos reclama que la Provincia “se decida a instituir el Proceso Apell en la zona, preste atención a la salud ambiental de los pobladores que habitan en torno a la Planta mencionada, intervenga con políticas ambientales y sanitarias orientadas por Principios de Precaución y de Prevención; y proceda a remediar el medioambiente del predio de la planta y del entorno que denominamos zona Johnson”.

Lo que el viento “no” se llevó

El accidente industrial mayor de 2004 fue el más mediático, pero también ocurrieron otros menores en 1999 y 1994 en la fábrica. “En este último se produjo una fuga de ácido metaclínico en donde la empresa tuvo la desdichada idea de actuar sobre el derrame echándole agua supuestamente para diluirlo, pero eso produjo el incremento de la acción tóxica”, comenta Navarro.

Los silos con combustible, fueron colocados sobre tierra

Si bien en la explosión más reciente los vecinos de Pablo Podestá estuvieron expuestos a la emanación de gases tóxicos, el viento disipó el humo, pero donde hubo fuego… cenizas quedan.


“No hubo evacuados, nadie le dijo a nadie que no respire, tendría que haber existido un control más extenso. Ahora estamos pidiendo que se desnude la calidad de materiales que manejan dentro de esas cuatro paredes”, aseguró a 24CON el concejal por el ARI de Tres de Febrero, Rodolfo Knittel. Además asegura que el 50 por ciento de su municipio lo ocupan industrias.


Aunque estiman que relocalizarán la planta, a fines del año pasado el edil presentó un pedido de informes en el Concejo Deliberante y se aprobó en diciembre. El documento, entre otras cosas, exigía al municipio que publique el análisis que se había hecho sobre el suelo y el agua, y un plan de contigencia en caso que se produzca un nuevo accidente. También exige información precisa sobre la remoción de los tanques bajo tierra que antiguamente poseía la empresa, y que luego fueron colocados de forma aérea.


Al respecto, el pedido de Terratox de 2008 advierte y concluye: “Sra. Directora Ejecutiva del OPDS (Ana Corbi): Ud. no puede saber cuántos accidentes industriales mayores pueden ocurrir hasta que S.C. Johnson cierre Planta Podestá. Sin embargo, tiene Ud. a su disposición material ilustrativo de lo que fueron los accidentes industriales de magnitud en ese establecimiento y, por lo tanto, puede imaginárselo”.

 

 Líneas después, sentencia: “desgracidamente todavía no ocurrió lo peor” (SIC).

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