Paparazzi

La Mole Moli: “Cuando era alcohólico golpeaba a mi mujer, pero salí adelante por ella y mis hijos”

En medio de la exposición mediática del caso Vannucci-Fabbiani, el ex boxeador admite que en los primeros años de relación fue violento con su esposa, pero que cambió a tiempo: “La Negra me bancó a muerte en ese duro momento, por eso hoy la amo con locura”.

"El alcohol". Con esas dos palabras Fabio la Mole Moli (41) resume el porqué de un pasado oscuro, lleno de violencia, con varias noches tras las rejas por peleas callejeras y un hecho puntual del que se arrepiente hace 20 años, pero que recién hoy se anima a confesar: “En los primeros años de relación con mi mujer fui violento con ella y llegué a golpearla”. La exposición mediática del conflictivo matrimonio entre Victoria Vannucci y Cristian Fabbiani, con denuncia policial de la modelo por agresiones y amenazas, llevó al ex boxeador oriundo de Villa del Rosario, Córdoba, a sacar a la luz su propia experiencia, que asegura haber sepultado para siempre. “Pero del caso Vanucci-Fabianni prefiero no opinar. Me duele en el alma cuando veo en otra pareja la situación por la que pasé. Pero si hay amor pueden salir adelante”, aclara. “Yo comencé a tomar alcohol a los 16 años. Dos años después conocí a la Negra (Cristina, su mujer)”, recuerda el ex boxeador. “Cuando tenía 21 empecé a portarme mal con ella, siempre estaba borracho. Entonces llegó un momento en que mi mujer empezó a molestarse por eso, y yo reaccioné de la peor manera”, cuenta. “En ese momento ya teníamos dos hijas muy chiquitas: Marina, que ahora tiene 21, y Melina, que anda por los 19. Ellas vieron todos mis arranques de locura con su mamá”, agrega la Mole, que además tiene a Leandro (16), Jerónimo (5) y Paloma (1).

–¿Cómo eran esos arranques de locura?
–Llegaba a casa tapado de alcohol, después de dos o tres días sin aparecer, y por ahí la Negra me preguntaba adónde había estado, y eso era suficiente como para que me volviera loco.

–¿Llegaste a golpearla en la cara?
–Jamás, pero por ahí le pegaba una trompada en un brazo o una patada en el culo. Hoy miro para atrás y pienso “qué hijo de p... que era!, ¡cómo voy a hacer algo así!”.

–¿Lo hiciste varias veces?
–Y... habrán sido unas nueve, diez veces, todas en un mismo año, que fue cuando peor estaba con el alcohol. Ella me pedía que cambiara, que así no podía seguir, pero yo estaba ciego. Y si hoy la amo con locura es porque ella me bancó a muerte en ese duro momento, y nunca fue a hacer una denuncia. Por ella y por mis hijos pude salir del alcohol. Un día, hace unos siete años, me levanté y dije “no tomo más”. Ni yo me lo creí. Pero lo logré. Ya me había perdido las infancias de Marina y Melina, no quería que me pasara lo mismo con mis otros hijos. Hoy los chicos me dicen “qué bueno que cambiaste, papá, antes eras demasiado loco”.

–¿Hoy tomás algo de alcohol?
–Me tomo un vinito tinto de vez en cuando, algún fin de semana cuando hay asado, nada más. En mi casa tomo agua.

–¿Cuánto alcohol tomabas antes?
–Mucho, culeao. Mucho.

–¿Mucho son cinco botellas de vino en una noche?
–¡Naaa! ¡Mucho más! ¡Cinco botellas eran una gárgara para mí! Me tomaba un vino con Coca atrás de otro.

–¿Qué consejo le darías al hombre que hoy pasa por una situación similar a la que viviste?
–Que cuando vea que está por volverse loco, cuente hasta 10, y si es necesario se vaya a dar una vuelta para calmarse. En una pareja puede haber discusiones. Pero levantarle la mano a una mujer no puede pasar jamás.

Lucas Beltramo. Fotos: Editorial Atlántida.
¿Quiere recibir notificaciones?
Suscribite a nuestras notificaciones y recibí las noticias al instante