¿Es posible erradicar a las barras del fútbol?

Para responder esta pregunta, 24CON se comunicó con el antropólogo José Garriga, especialista en este fenómeno que en nuestro país ya se cobró más de 250 vidas. El precedente en Inglaterra.

Por Jonathan Raed

En Inglaterra aún hoy se puede ver a grupos de fanáticos que, cerveza en mano, buscan pelea con propios y, sobre todo, con extraños. En la década del '80 alcanzaron su pico máximo de popularidad, barbarie e impunidad. Hasta llegaron a recibir dinero por parte de los clubes para costear sus gastos de viaje e ingreso a los estadios. También el fenómeno se propagó por toda Europa bajo el nombre de "ultras".


Estos grupos de británicos son reconocidos mundialmente como hooligans y por estos días están casi en extinción en las canchas. Las tragedias de Heysel y Hillsbrough en los '80 (Ver Nota relacionada) despertaron al Estado inglés y los hooligans dejaron de ser "cool" para la sociedad.


En tanto, producto de las mencionadas tragedias, el fútbol inglés quedó de rodillas ante la prohibición de participar en los torneos más importantes de Europa. Los aficionados comenzaron a alejarse, los ingresos por parte de anunciantes y TV se redujeron drásticamente. Los grandes jugadores y entrenadores optaron por emigrar a otras ligas que les permitan jugar torneos internacionales, por cuestiones de prestigio y dinero. Asimismo, las figuras mundiales no elegían el fútbol inglés para continuar sus carreras.


Ante esta situación, en 1990 el gobierno de Margaret Thatcher lanzó el "Informe Taylor" y el "Football Spectators Act".


Estos proyectos son un compendio de medidas de prevención, ligadas a la infraestructura de los estadios y mecanismos de seguridad (Ver Nota relacionada). Además, también se aplicó el derecho de admisión, con penas muy duras y se dio mucho poder a la policía.


Los hooligans no desaparecieron por completo, pero están por demás relegados tanto dentro del fútbol como fuera de las canchas. De la misma forma, en el resto de Europa los ultras corren con la misma suerte. Aunque vale remarcar que en Italia, al estar tan vinculados a posiciones políticas radicales, los ultras cuentan con favores políticos y operan para ellos.


¿La transformación del fútbol inglés es aplicable a la Argentina?
Sin dudas, muchas de las medidas adoptadas por Inglaterra en los 90 son perfectamente aplicables, pero también se debe tener en cuenta que se trata de diferentes sociedades, culturas, contextos y hasta problemáticas en sí mismas.


Los reacondicionamientos de los estadios ingleses obligaron a los clubes a realizar grandes gastos. Para esto, el Estado les proporcionó préstamos que los clubes pagaron aumentando el costo de las entradas a cifras prohibitivas para el trabajador común. Esta orientación elitista, se complementó con los estrictos comportamientos exigidos a los simpatizantes. De esta manera, poco a poco el fútbol inglés se convirtió en otro "deporte blanco".


En Argentina es muy difícil imaginar a los hinchas cantando las canciones propuestas por "la voz del estadio" desde los altoparlantes, tal como ocurre en Inglaterra. En tanto, el precio de las entradas nunca fue un problema para los barras, ya que no las pagan. De hecho, las revenden.


Para profundizar en la problemática, 24CON habló con el antropólogo especializado en barrabravas José Garriga, autor de libros como “Hinchadas” (2005) y “Haciendo amigos a las piñas. Violencia y redes sociales de una hinchada de fútbol” (2007).


“Pensar que lo que sirvió allá, puede servir acá es complejo. El panorama social es tan distinto que no pueden ser trasladadas las soluciones. Que tampoco fueron mágicas. De hecho, sigue habiendo hooligans. Han logrado muchísimo, es cierto. Pero más que eliminarlos, han logrado aplacarlos, modificarlos, controlarlos. Los han trasladado a los pubs, por ejemplo. Pero siguen estando”, aseguró.


Tragedia de Hillsborough.
En el mismo orden, ejemplificó: “La confección de los clubes es muy distinta. Allá son Sociedades Anónimas. Acá siguen siendo Asociaciones Civiles, donde los barras son actores importantes dentro de la cotidianeidad del club. Los hooligans nunca tuvieron esa relevancia. ¿Alguien puede imaginar a Bebote Álvarez (líder de la barra de Independiente) yendo a extorsionar a Román Abramovic (dueño del Chelsea)?”, ironizó.


Otro punto importante radica en el poder de los grupos. Si bien los hooligans llegaron a percibir dinero de los clubes para viajes y entradas, esto no es ni la quinta parte de lo logrado por los barras.


De hecho, lo único que tienen en común son el uso de la violencia, la estructura indivisa y monolítica, y el fútbol como escenario.


Hoy en día, como es de público conocimiento, los barras obtienen pilas de entradas para revender, tienen la "concesión" de los "estacionamientos" disfrazados de trapitos, libertad de acción para la venta de drogas dentro del estadio, porcentajes en los pases de los jugadores, intervención en distintos negocios del club y hasta "sueldos" de decenas de miles de pesos. Fuera de la cancha, también ofician de guardaespaldas de jugadores y de brazo de fuerza de organizaciones sindicales y partidos políticos de todos los colores.


Por otra parte, lejos de la violenta estupidez hooligan de enfrentarse con sus pares de otros clubes por mera pasión, los barras, por estos días, utilizan prácticamente como fachada las peleas interclubes. Las verdaderas batallas tienen lugar en las propias barras. Se dividen en facciones internas que buscan poder y dimiten sus diferencias a través de la violencia.


Hasta 2010 el número estimativo de muertes en el fútbol vinculadas a las barrabravas es 250, según la ONG "Salvemos al fútbol". En tanto, hasta el año 2000, solo 16 casos terminaron con condenas repartidas entre 33 personas, según el artículo "El fantasma de la impunidad", del diario Clarín.


Hay que cambiar a la sociedad. “Los barras son sumamente legítimos en nuestra sociedad. Todos somos responsables de eso”


El mencionado antropólogo especializado en barrabravas, José Garriga, se mostró, en principio, poco optimista con el éxito que pueda tener la rebelión encabezada por el presidente de Independiente, Javier Cantero.


Bebote Álvarez, jefe de la barra de Independiente.
“Si lo de Cantero (presidente de el Rojo) es la punta de un proceso más alto, sí soy optimista. En realidad; quiero ser optimista. Pero si es solamente la ‘quijoteada de Cantero’, no va a pasar nada. Ahora, si él puede mover el avispero político, no soy tan pesimista”, apuntó.


Garriga coincide en la preponderancia de la intervención estatal. “Si no interviene el Estado, la AFA, las demás instituciones del fútbol, pero principalmente el Estado, es muy difícil”, resumió.


Para el antropólogo, quien realizó trabajos de campo en el propio seno de una barrabrava, “no hay soluciones mágicas. Pero hay que empezar a tomar decisiones a corto y también a muy largo plazo. Por ejemplo trabajar en la deslegitimación del barra. Los barras son sumamente legítimos en nuestra sociedad. Todos somos responsables de eso”, aseguró.


“Los barras brindan protección. Son garantes de seguridad. Yo estuve presente en una reunión entre un jefe policial y un jefe de barra, en la cual el Comisario le pedía que ingresen por determinado sector y el barra, a cambio, que le dejen entrar con banderas, bombos, etc.”, contó.


Garriga hizo hincapié en la problemática social que enmarca a los barras y subrayó que no se trata solamente de una cuestión de dinero y poder. “Solo los líderes de la barra y la segunda línea tiene acceso al grueso de los recursos. El resto, lo hace por otra cosa. Algunos para llegar a esa posición, pero también por prestigio. En ciertos sectores, ser barra es de prestigio. En el barrio, en el bar, son personas importantes. Son respetados. Van a bailar y tienen conquistas femeninas por estar en una barra; por ejemplo”, puntualizó.


En ese sentido, el académico advirtió que “los barras son solo uno de los actores de la violencia en el fútbol. Los plateístas que tiran piedras también lo son. Igual que la Policía. Con decir que más del 70% de las muertes que hubo en el fútbol fueron muertos de la Policía. Si terminamos solo con las barras, sería tomar como chivo expiatorio a uno de los grupos”, destacó.


“Si logramos el milagro de erradicar las barras, problemas van a seguir habiendo. Con todos los otros actores”, afirmó.


En cuanto a la exposición, el especialista opinó que los barras son contradictorios en ese aspecto. “En principio, son reacios, pero les encanta. Les gusta mucho. Para hacer un trabajo, me entrevisté mucho con uno de ellos. A la hora de escribir utilicé un seudónimo. Cuando lo leyó, se enojó: ‘No, pero vos tenés que demostrar que yo me la aguanto’ me recriminó”.


Garriga redactó, junto a otros 15 colegas de diferentes puntos del país, un informe en el cual plantea diferentes políticas pensadas para la prevención de las barrabravas; que se puede leer siguiendo el link: Propuestas de acción e intervención para la construcción de una seguridad deportiva


Erradicar a las barrabravas del fútbol, implica erradicarlas también de la sociedad. Son el producto de la parte violenta y corrupta de nuestra sociedad. El periodista, escritor y pensador uruguayo Eduardo Galeano explicó esto mismo de la siguiente forma.


"Yo siempre digo que el pañuelo no tiene la culpa de las lágrimas. Al pañuelo van a para las lágrimas, pero no vienen del pañuelo. Y con la violencia pasa lo mismo: la violencia no viene del fútbol, va a aparecer al fútbol. Pero el fútbol no es en sí un deporte violento", dijo en una ocasión a la BBC.


"El fútbol padece las consecuencias de la acumulación de tensiones sociales, que estallan en las canchas de fútbol como estallan en muchos otros lugares", agregó. Finalmente, en otra oportunidad, Galeano sentenció: "El barra ofende al fútbol como el borracho ofende al vino".

 

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Hooligans, ultras, barrabravas y barristas, todos tienen algo en común: violencia, muertes e impunidad.

 

José Garriga Zucal

Licenciado en Antropología social (UBA)
Magíster en Antropología Social (IDES-UNSAM)
Doctor en Antropología Social (UBA)
Investigador del CONICET, Docente de la Universidad de San Martín y de la Universidad de Buenos Aires. Docente de Posgrado en la Maestría en Antropología social de FLACSO y en Universidad Nacional de La Plata.


Publicó "Hinchadas" (2005) y "Haciendo amigos a las piñas. Violencia y redes sociales de una hinchada de fútbol" (2007), además de numerosos artículos en revistas especializadas.

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