¿Qué es peor para el covid, el paddle o el asado de funcionarios y empresarios?

Es cierto que funcionarios se juntan para hablar supuestamente de cosas importantes. Pero la posibilidad de contagio es mucho mayor en un asado que en un partido de paddle. Además: ¿por qué las sesiones deben ser a distancia y las reuniones presenciales?

Por Alejandro Cancelare

Varias crónicas periodísticas de este fin de semana mencionan el asado realizado en la residencia del banquero Jorge Brito en San Isidro entre el anfitrión y los empresarios Marcos Bulgheroni, Marcelo Mindlin, Hugo Dragonetti, Miguel Acevedo y Jorge Brito hijo con los diputados nacionales Sergio Massa y Máximo Kirchner y el ministro de Desarrollo Social bonaerense, Andrés Cuervo Larroque.

Lo llamativo de todas las notas es que en todo momento se puntualizó la supuesta importancia que tendría que los hombres de negocio conocieran el pensamiento en vivo del hijo de la vicepresidenta. Al parecer, Massa es su nuevo celestino con una porción de la sociedad que no lo conoce.

Junto con Kirchner estaba Larroque, su ladero y ejecutor cotidiano dentro de la agrupación La Cámpora.

Esos mismos articulistas puntualizaban en lo que los empresarios habían escuchado de los dirigentes políticos. Y siempre se dejó en claro que el encuentro duró por lo menos un par de horas y que en el medio hubo comida y bebida para ayudar a distender.

Más allá de las consideraciones políticas y sociales que pueden desprenderse del encuentro, llama la atención que a nadie le haya impresionado que mientras al resto de la sociedad nos impiden reunirnos por acontecimientos especiales como Día del Padre, fallecimientos, nacimientos o cumpleaños, estos miembros del poder sí lo pueden hacer como si nada.

Son los mismos que imponen sesiones a distancia por miedo a los contagios, supuestamente, y no arbitran otros lugares para reunirse, como teatros, espacios cerrados de grandes dimensiones o Tecnópolis.

Y, a ciencia cierta, tal cual reflejan esos artículos periodísticos, la idea era que los empresarios conocieran a ciencia cierta lo que pensaba Máximo Kirchner. Y, presumen, la vicepresidente a través de una de las personas más cercanas.

¿No sería más fácil que el oficialismo haga e impulse ideas que ayuden a la producción y la inversión?... El relato no se lleva demasiado bien con eso. Y tampoco son confiables los empresarios invitados para conocer qué piensa el kirchnerismo ya que siempre están atados al poder.

Además, el juntarse a comer no implica no solo la ruptura de una cuarentena estricta, sino que muestra que algunos decididamente son impunes al aislamiento. La juntada se habría realizado antes del inicio de mes, dicen, para explicar que aún no se había profundizado el confinamiento masivo.

¿No contagia más un asado que un partido de paddle? Sí. Pero la excusa perfecta es que la mesa se armó para el bien del país.

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