¡No fue el Papa Francisco, fue Cristina, estúpido!

Las esquirlas de la sorda batalla librada entre bambalinas por el flamante Secretario de Asuntos Estratégicos de la Nación, Gustavo Beliz, y la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner.

Por Martín Cabrales

 El círculo más cercano al Presidente tuvo que agudizar su ingenio para zafar del papelón en el que los metió Gustavo Beliz. Las esquirlas de la sorda batalla librada entre bambalinas por el flamante Secretario de Asuntos Estratégicos de la Nación y la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner. 

Lo de "batalla librada" es una licencia poética de este cronista. En verdad lo que hubo fue un intento de mejicaneada diplomatica de Beliz, para nombrar a uno de los suyos, Luis Bellando, como embajador en el Vaticano. 

La historia recobra importancia a medida que pasan las horas y se acerca el 31 de enero, día en que el Papa Francisco recibirá a Alberto F. por primera vez en calidad de presidente en funciones. Mientras todas las especulaciones se suceden a sí Francisco estará tan "encabronado" como cuando recibió a la familia Macri en 2016 o tan afectuoso como cuando recibió a Cristina y el aluvión camporista en el 13, la durísima y no tan sorda pelea por imponer al representante argentino ante la Santa Sede ya se cobró varias víctimas de gravedad. 

LEER MÁS El presidente viaja a Europa para reunirse con el Papa Francisco

La más rutilante fue Gustavo Beliz. El le operó el nombre de Bellando como candidato. La duda es si Beliz sabía o intuía que había un acuerdo previo entre Alberto y Cristina, por el cual a la vice le toca nombrar los embajadores en El Vaticano, Rusia y China. Si no lo sabía Beliz y avanzó hasta hacerlo público, por qué en el círculo albertista "alguien" (el jefe de Gabinete tal vez) no consultó al Presidente que se avanzaba hacia ese rumbo?. O todos confiaron en que la vicepresidenta estaría demasiado enfocada en la salud de Florencia? Como sea cometieron un "alto" error no forzado. Creer que Cristina podría mirar para otro lado en un territorio que siente tan propio como el Vaticano, es no tener sintonía fina con el armado de la Primera Coalición Peronista de la historia. Y con el pensamiento de la estratega de esta coalición. 

El resultado fue que como decía Perón, tronó el escarmiento. Y tronó es un término adecuado. El reto de Cristina se hizo oír. Fue estridente. Como en los viejos tiempos del primer kirchnerismo, Cristina lo puso en caja al mismísimo Presidente. 

Este pidió las disculpas del caso y comenzó a pensar como desenrollar la madeja enredada. Esos fueron los días de la contra operación político-mediática en la que "apareció" la historia del impuro Bellando que se había casado en segundas nupcias en Brasil, aunque para su paz espiritual ese de Brasil era su primer enlace bendecido por la iglesia católica apostólica romana. Todas paparruchadas y mentiras de apuro, para presentar el affaire Bellando como un estridente rechazo de credenciales de la Santa Sede, justificado en una inventada vida "licenciosa" del diplomático. El final honroso, creyeron los albertistas, era decir públicamente que el Papa Francisco había vetado al candidato de Beliz. 

Nada de eso es verdad. Hubo un veto previo y fue el de Cristina. En realidad no se trata de un veto sino de exigir se respeten las cuotas de poder previamente acordadas. Sólo Cristina puede acercar a los palacios apostólicos al embajador/a que se entenderá con Francisco. La vicepresidenta confía en que la gestión del Papa será crucial para la renegociacion de la deuda soberana. 

La semana próxima a instancias de Francisco, la nueva directora del Fondo se reunirá con el ministro Guzmán. En el lenguaje gestual, implica un acercamiento impensado hace cincuenta días entre el nuevo gobierno peronista y la nueva conducción del organismo de crédito que regula las finanzas del mundo occidental. Cristina ya tiene a su mujer de confianza para tejer cotidianamente la relación de afecto personal y comunión política con Francisco.

 Maria del Carmen Squeff, una politóloga especializada en Relaciones Internacionales, fue su embajadora en París desde febrero de 2014. Pero su resistencia activa a abandonar la embajada parisina en el verano del 16, le sumó al respeto intelectual, que siente cristina por ella, un respeto "militante". Squeff no le hizo fácil el traspaso al entonces nuevo gobierno de Cambiemos. Cuando desde Buenos Aires el vice canciller Carlos Foradori la íntimó a dejar el puesto, Squeff se le paró de manos y le dijo que ella tenía un plazo legal de 45 días para regresar. Y cumplió. El 14 de marzo de 2016 le entregó las llaves de la embajada argentina de la coqueta Rue Cimarosa a Jorge Faurie.  

Squeff pagó con el ostracismo su rebeldía cristinista. 

Recién para 2018 fue enviada como embajadora a Nigeria, de donde regresó un año después aduciendo problemas de salud. Así se cocinó la historia. Beliz quedó tambaleando y buscando un nuevo equilibrio. Alberto lo metió a última hora en su viaje a Israel, en un gesto de aquí no ha pasado nada. Bellando quedó en el archivo de la Cancillería a la espera de otros destinos menos complejos y más terrenales. Squeff volverá a cumplir un servicio público de alto contenido político. Y Francisco tendrá una interlocutora de fiar. El sabe que aunque el poder esté compartimentado, siempre hay una terminal especial a que atender.

Temas
¿Quiere recibir notificaciones?
Suscribite a nuestras notificaciones y recibí las noticias al instante