A los botes | Jornadas pésimas para el país

El Banco Central aumentó la tasa de interés al 60 por ciento y subió 5 puntos los encajes bancarios para intentar frenar el descalabro cambiario. El dólar tocó los 40 pesos y se mueve con oscilaciones que no se veían desde la crisis de 2001.

El mercado le cantó las cuarenta al Gobierno. Dos años y medio sin rumbo económico y un sinnúmero de contradicciones hicieron eclosión hoy con un dólar que tocó la impensable marca de 40 pesos, lo que representa una suba de 5,50 pesos o un 15 por ciento en apenas la primera hora de operaciones en el mercado de cambios. En el mayorista el precio tocó los 39 pesos (14 por ciento más que ayer) y ahora se mantiene en los 37,50 pesos, con fuertes oscilaciones. Frente a una jornada de pánico, el Banco Central dispuso una nueva suba de quince puntos en la tasa de interés de la política monetaria hasta el 60 por ciento anual, mientras evalúa una serie de cambios normativos para intentar detener la corrida contra el peso. Sin noticias externas a las cuales responsabilizar de la explosiva suba del dólar, que más que duplica el valor de fin del año pasado (18,95 pesos), el Gobierno recoge los frutos de la desregulación de los mercados.

El Central decidió adicionalmente elevar en 5 puntos porcentuales los encajes para todos los depósitos en pesos, tanto a la vista como a plazo. Si bien el problema no es en estos momentos la salida de depósitos en moneda local, está claro que el Gobierno se anticipa a una caída en las colocaciones en pesos que podría derivar en la necesidad de aplicar alguna restricción a la salida, lo que en 2001-2002 se conoció como corralito o corralón. También es un intento de desalentar la corrida de depósitos en pesos a compra de dólares. El encaje es la parte de los depósitos que los bancos tienen que inmovilizar para responder ante el pedido de retiro de sus clientes. Anticipando problemas de solvencia del sistema bancario es que el Central aumenta esa inmovilización.

La suba se presenta imparable y tomó bríos luego del escueto mensaje presidencial, antes de la apertura de los mercados de ayer, en el que se adelantaba un supuesto acuerdo cerrado con el Fondo Monetario Internacional para adelantar desembolsos del préstamo otorgado al país. La respuesta fue una aceleración de la devaluación de la moneda. El mensaje había dejado en claro que el Gobierno no puede siquiera enfrentar los compromisos de vencimientos de la deuda que contrajo en los últimos dos años y medio. Pero la situación al fin de la jornada de ayer fue incluso peor para el inicio de la rueda actual. El propio Fondo informó que se revisarían los plazos, pero no confirmó el desembolso y lo puso a condición de más ajuste.

Una nueva desmentida al Gobierno volvió a tensar la situación y el Banco Central apeló de manera desesperada a cualquier instrumento para detener esta corrida que ya insumió en el año 22.000 millones de dólares de las reservas. Sin poder utilizar todo el poder de fuego del stock de reservas, por pedido del FMI y ante la imposibilidad de recuperarlas, la autoridad monetaria que conduce el financista Luis Caputo sólo atina a subir otra vez la tasa de interés. La corrida posterior a la salida del "uno a uno" en el 2001 se logró luego de haber elevado la tasa a niveles del 80-85 por ciento anual, lo que no solo congela sino que destruye la actividad económica.

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