Chelo Torres se casó en la cárcel con la hermana de la nena que habría abusado

El cantante está preso en la Unidad 25 de Olmos. La boda en exclusiva, su conversión al cristianismo y la vuelta de Green. "Van a tener que retractarse por haberme dicho violonchelo", dice.

Chelo espera en la canchita de fútbol, mejor dicho, en la de tenis, o más precisamente, en la de fútbol tenis. “Acá estoy bien de salud, bien de la 'nariz', estoy tranquilo”, arranca de entrada mientras deja en el suelo una bolsa de nylon con apuntes y carpetas.

Son las 10:20 de la mañana y en la Unidad 25 de Olmos (una cárcel evangélica), Marcelo “Chelo” Torres cumple un año y un mes de condena. Es que el 6 de abril del año pasado, su suerte se decidía lejos de las bailantas, de los escenarios y de las noches eternas a pura cumbia. El Tribunal Oral en lo Crimnal nº 6 de Morón le ordenaba cumplir 3 años y 8 meses de prisión, por haber abusado de una nena de 8 años (con la que convivía), sumado a una causa por lesiones culposas que había ocurrido en 2000.

Es viernes y a esa hora Chelo, el cantante del grupo Green con sus 37 años a cuestas va al colegio para refrescar materias que ya dio en la secundaria, cuando era “pendejo”. Pero sobre todo, va para matar el tiempo. Allí, al costado de los arcos, de las redes, cerca de las compuertas, los candados y las rejas de acero negro, se lo ve algo ofuscado. “El tema es delicado y no lo trataron bien”, dice.

En realidad cayó en cana por dos causas. La primera fue en 2000 cuando, según sus propias palabras, manipulaba un arma en su casa de Caraza, Lanús, y se le escapó un tiro que dio de lleno en la mejilla de su amigo, Eduardo Cáceres Benítez. “Era una 9 milímetros nuevita, cromada, que había comprado mi hermano. La habíamos bajado del modular y la agarraba uno, y después el otro. Lo primero que hicimos fue sacar el cargador, pero nunca la desmontamos (se ríe). Es gracioso, pero en ese momento fue muy triste, la pasé mal”, reconoce.

La segunda acción en su contra se inició a raíz de una denuncia radicada en 2007, por abuso sexual. La historia es larga. Tres años antes, el cumbiantero se había mudado a la casa de una de sus fanáticas en Morón Sur. Allí vivió un buen tiempo. Al principio estuvo en pareja con Daniela, una de las tres hijas de la familia que por ese entonces tenía 16 años.

“La relación no prosperó, ella tenía su noviecito, no sabía lo que quería, y me mintió en muchas cosas. Mucha pendejada. Por eso corté”, recuerda. Luego comenzó a “andar” con la del medio, Gabriela, que hoy es su mujer y que por ese tiempo tenía apenas 15.

Su amorío fue a ocultas los primeros días, porque la relación con Hilda, la dueña de casa que en un principio aceptó con ansias tenerlo todo el día cerca, bajo el mismo techo, se iba a resquebrajar de una manera atroz. “El 24 de octubre de 2006 mi suegra se levanta para cerrar la ventana del dormitorio porque estaba lloviendo. Ella se encuentra que su otra hija no estaba en su cama, sino en la mía. Y ahí comienza todo el despiole. No se bancó esa toma. Entonces decidió que yo me vaya, así nomás”, explica.

¿Cómo siguió la relación con tu novia?
Volví a Lanús pero seguí en contacto permanente con ella. Un buen día me dijo que se quería ir de la casa, que si no venía conmigo se iba a cualquier parte. Es una mujer decisiva, cuando se le pone algo en la cabeza, contra viento y marea allá va. Por eso opté por tenerla. Mi mecanismo fue protegerla, no dejarla en la calle sino resguardarla, por eso la tuve en casa de amigos míos. A todo esto, la madre siempre sospechó que estaba conmigo, y le venían rastreando las llamadas, pero ella tenía un chip trucho en el celular, hasta se hacía llamar con un nombre falso.

Su familia la buscó por todos lados ¿Cómo la encontraron?
A mediados de febrero de 2007 Gabriela se comunicó con la madre desde la casa de mi amigo, en Temperley. Yo le había dicho que no llamara desde un particular porque iba a saltar la ficha. Y así fue. La policía rastreó el número y cayó en la casa de mi amigo. A partir de ahí vivimos un infierno.

Sin embargo, la peor pesadilla todavía no se había desatado. Luego del allanamiento Gabriela Cáceres fue a parar a un CPO de Morón, cerca de la intersección de Gaona y Vergara. Le hicieron un seguimiento de conducta y, sobre todo, controlaron su embarazo de 3 meses. Eric, el bebé, se iba a convertir en uno de los 7 hijos del Chelo. Todos son de distintas mujeres. 

Luego la Justicia le concedió la tutela a una amiga del músico, ya que la chica se negó a regresar con su familia. En agosto la volvieron a derivar, y la mandaron al hogar “Paraíso” de Rafael Castillo, en Don Bosco y Carlos Casares. “Su familia la dejó tirada ahí más de dos años, hasta diciembre de 2009. No sé de qué clase de Justicia estamos hablando, porque mi suegra hizo ‘bondi’ y ni siquiera dejaron ponerle el apellido a mi propio hijo”. Según el Chelo, tras cuatro restricciones judiciales recién pudo volver a ver al niño en enero del año pasado, antes de caer preso. 

Tu suegra te acusó de haber abusado de la menor de sus hijas cuando tenía 8 años ¿Cómo fueron los hechos?
La declaración de ella fue, textual, que con el ‘coso’ que hago pis se lo metía por adelante y por atrás, o sea por la vagina y el ano. Cuando le hacen el peritaje saltó que no tenía ni un síntoma de violación, ni un rasguño ni nada. A mí me dijo un fiscal que esto no tenía fundamento, pero que me iban a meter por abuso. La denuncia fue en septiembre de 2007, casi un año después de que me haya ido de esa casa. En todo ese tiempo pudo haber pasado cualquier cosa. Estuvieron averiguando y encontraron mi causa de lesiones culposas. Estoy convencido que esto está armado, porque encima me dan la mínima. Y mi mujer sabe que digo la verdad, si no no tendría sentido que todavía esté conmigo. Imaginate que están diciendo que yo abusé de su hermanita.

¿Tenés resentimiento por todo lo que te tocó vivir?
No. Digo que ellos tienen que saber por lo que pasé. Sé que les voy a hacer juicio a todos los que me hicieron mal. Algunos medios trataron mal mi causa. Fueron un desastre. Lamentablemente para que un noticiero se vea tienen que hacer pelota a la figura, defenestrarlo antes que ayudarlo para que tengan más audiencia. Pero cuando salga, esto no va a quedar acá. Se van a tener que retractar todos los programas que usaron mi nombre para boludear, como eso de “violonchelo”. Yo estoy acá y la ley es así. En cana y todo, no me van a separar de mi mujer.

Es más, te casaste con Gabriela por Civil, el viernes 30 del mes pasado.
Sí, estuvo muy lindo, bárbaro. Fue una fiesta entre amigos, con la familia. Ella vino a la mañana y se fue a las 5 de la tarde. Por Iglesia nos vamos a casar afuera, cuando salga. La decisión de casarnos la teníamos hace rato, pero ella era menor y sus padres no lo avalaban. Más allá de los obstáculos en el camino, seguimos juntos. Dios es grande porque nos pone más fuerte en el amor a nosotros.

¿Cómo es un día de tu vida acá adentro?
Acá no hay peleas, no hay falta de respeto. Puede haber algún cruce de palabras, pero nada más, o sea, perro que ladra no muerde. Esta es la única unidad en el mundo que es así.

 

¿Cómo es tu relación con las drogas?
Ninguna. Es malo para la salud, porque te lleva a hacer cosas que luego te arrepentís, el único vicio que tengo es el cigarrillo, que encima un atado me dura dos días. Fumo poco. No me llama la atención la falopa, y muchos se quieren matar porque no lo pueden creer.

 

 

¿Te convertiste al evangelismo estando en prisión?
Soy católico, acá hago “Cristiano” de corazón, a eso ellos le llaman “rolo”. Me gusta porque te relaja mucho, te quita la tensión, el nerviosismo, el odio, el resentimiento. Es un sostén gigante, como la Biblia y sus estudios. Eso me interioricé acá adentro y me volví fanático. No tengo ganas de ser pastor, solamente de ser “alabancista”, es decir, músico. Afuera quisiera seguir haciendo Cristiano, aunque también voy a volver a hacer música mundana, que es del mundo, no de la religión. También se le dice música secular.


 

Tocás música Cristiana y están por sacar un disco con tu banda del penal, Chelo y la U 25 ¿Te libera tocar?
Siempre me gustó, y si este estilo transmite algo positivo le doy para adelante. Hago ritmo pop, que ellos le llaman “alabanza”, y melódicos, que le dicen “adoración”. A algunos internos los fui instruyendo, y otros ya sabían tocar. (La banda está compuesta por los mismo presos) También escribí banda de letras, prácticamente todas las letras del disco que va a salir de mi hermano Javito, del grupo Red. Cuando me den la salida laboral, la idea es volver a hacer “Guerra de colores”, salir a tocar con las dos bandas (Green y Red) 

 

Como en sus viejas épocas de gloria, de las que dice no extrañar la fama en absoluto, el Chelo sueña con volver a salir de gira por las bailantas. Hoy preso, casado con su mujer que embarazó de adolescente y que acutalmente está por cumplir 19 años, espera terminar su condena, evangelizado, y profesando el mensaje de la Biblia. Todo allí, en la Unidad 25, la misma donde se rateó del "cole" para hacer esta nota, ese viernes, a las 10 de la mañana, en la canchita de fútbol-tennis.

 

11 de mayo de 2010