¿Cuál es la estrategia para voltear al Dios del fútbol?

La derrota ante Brasil dejó a Maradona expuesto a las críticas. Por qué le pegan tanto a Diego.

Por Andres Randazzo
Cuando dio el sí, Maradona sabía lo que se jugaba. Dejaba el pedestal santificado para mezclarse con los terrestres, los criticables. Diego asumió una responsabilidad no apta para cualquiera: conducir la Selección argentina. El trance no era sencillo. Era, este, un desafío más en su vida. Feliz, en su mejor momento, encaró el partido con Brasil confiado en la motivación de sus jugadores. Pero el rival de siempre le devolvió una categórica cachetada. Ahora, con el camino al Mundial cuesta arriba, los reproches emanan con facilidad.


“Maradona aprende a ser DT en la Selección”, se escucha desde algún canal de cable y otra vez José Sanfilippo es la voz de los que prefieren no criticar al técnico en el aire.

 

Argentina jugó un pésimo partido en el Gigante de Arroyito que, con la pobreza del equipo, se pareció al silencioso Monumental. Eso sí, el césped (teóricamente el principal motivo de la mudanza), estuvo perfecto. Pero el equipo no se preció de tal. Desconectadas las principales figuras, los intentos se basaron en jugadas aisladas, individuales.

La mira se posa en el entrenador. Siempre es así. En este caso es más fácil que tirar al bulto. No se puede decir que los once que salieron a la cancha no tienen nivel para la Selección (ni siquiera en una reflexión extremista), pero sí se puede suponer que al técnico le queda grande el buzo, sin demasiados análisis de lo ocurrido dentro del rectángulo.

“Brasil vino a defenderse bien y a jugar de contragolpe. Argentina debió defenderse mejor en el juego aéreo. En general lo controló bien al partido, en el primer tiempo Brasil no llegó nunca por abajo. Ofensivamente, en cambio, no tuvo juego porque no tiene jugadas preestablecidas, algo que se logra con mucho trabajo. Si no lo tenés, dependés de la genialidad que te aporte alguno de sus jugadores. Como no hubo ninguna de las dos, se llegó poco”, analizó Carlos Aimar en 24CON, y agregó: “Para eso se requiere tiempo y recién ahí empieza a ser responsable Maradona. De la falta de trabajo que tiene el equipo, porque si no hay tiempo, debe encontrarlo. Ahora Diego no sabe con qué sistema jugar y hasta que no decida eso, es muy difícil que el jugador sepa qué tiene que hacer”.


"No pienso que quedemos afuera", dijo, por su parte, Ricardo Caruso Lombardi. El entrenador de Racing agregó: "Si bien la derrota con Brasil deja preocupación, se le puede ganar a Paraguay. Habría, eso sí, que hacer unos retoques".


Ahora la gente añora a Bielsa, tan cuestionado luego de la eliminación en Corea-Japón y señalado como principal responsable de la frustración. “¿Cómo que no pone juntos a Crespo y a Batistuta? ¿No tiene un plan B? ¿Prioriza la táctica por sobre los jugadores?”, se reprochó hasta el hartazgo en bares, esquinas y medios desde 2002 hasta 2004, cuando se fue con la medalla de oro colgada. Hoy el Loco, DT de un Chile que está muy cerca de Sudáfrica, es Maradona. Y Diego es el atacado. Parece no haber caído bien su decisión de apoyar la nueva Ley de Medios en contra del monopolio. Se hace, entonces, más fácil pegarle cuando hay otros motivos, aunque sean ajenos a lo futbolístico.

Maradona estaba tranquilo. Tenía a sus estrellas para trabajar durante una semana y, pese a los lesionados, veía en los once iniciales la posibilidad de una victoria. Pero el 3-1 fue impiadoso. La ovación final a Juan Sebastián Verón no sólo marcó la reverencia del público rosarino hacia la Bruja. También significó la omisión de la figura de Lionel Messi, el “ídolo” que jugaba por primera vez un partido oficial en su ciudad natal.

 

La Pulga, con sus intentos, levantó críticas en un público impaciente. Es que se espera otra cosa del mejor jugador del mundo. Pero, lógico, no es el que se ve por televisión. No es el mismo que aparece en la publicidad de la marca deportiva dejando en el camino a todos, ante la atenta mirada de Zinedine Zidane. No es el que, con un zurdazo, le saca la vieja afeitadora a un modelo para que use otra. Siquiera es el de Barcelona, donde juega desde hace rato con los mismos compañeros y con una línea establecida por el paso del tiempo.

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