Cirugía inhumana

Cortan cuerdas vocales a los perros para que no ladren

Una práctica que busca lisiar al animal para que no moleste. Es polémica en Estados Unidos, pero en Argentina se realiza sin ningún control.

“Perro que ladra no muerde” reza el antiguo refrán, pero ¿qué queda para el can al que le fueron extirpadas sus cuerdas vocales? En Estados Unidos se trata de una práctica común, que sin embargo no pasó desapercibida por las organizaciones que trabajan en favor de los derechos de los animales. En Argentina, es legal y también se realiza, pero de forma casi oculta.

La cordectomía, tal es el nombre técnico de la operación, se inicia con un ladrido, o muchos que serán los últimos. Algunas veces se debe a una orden judicial. Otras, son los propios dueños del animal quienes deciden someterlo a la intervención quirúrgica, que lo dejará lisiado de por vida. Mudo y sin posibilidad de comunicarse con sonidos, con sus pares y con sus amos.

La cirugía disparó la polémica la semana pasada en el país del norte, cuando el club canino The British Kennel denunció que esta es la respuesta más común a las 7 mil denuncias que, por año, se registran por perros ruidosos en departamentos o barrios no aptos para mascotas.

 

El doctor Marco Franco, veterinario especializado en Etiología y profesor de la Universidad del Salvador, explicó a 24CON los pasos que se llevan a cabo para terminar con la voz de un perro: “Se comienza con anestesia total, luego con endoscopia traqueal o de laringe, hasta alcanzar las cuerdas vocales, y se las corta”. Las cuerdas son ligamentos que vibran cuando son atravesadas por el aire, lo que genera sonido. Al cortarlas, se les quita la rigidez necesaria para que puedan sonar. “No es una operación cruenta, lo cruento es el resultado. Se accede por la boca, como hace un dentista, con dilatadores, hasta que, con pinzas largas, se las corta. No es invasiva tampoco, es una pequeña torturita que lo deja mudo, incomunicado para toda su vida”.

“El perro se relaciona con sonidos, y además usa su cuerpo, su postura, su comportamiento, pero principalmente su voz. Con la cordectomía no puede gruñir, ladrar, ni gemir, queda mudo” apuntó el especialista, quien además explicó el marco legal en el que se realizan estas prácticas quirúrgicas. “En Argentina, todo lo que no está prohibido está permitido, al igual que todo lo que no está legislado. Es igual que el corte de cola y de orejas. En Europa está prohibida cualquier cirugía por cuestiones estéticas”, aclaró.

 

Nani Salgado comanda el refugio canino “El Campito” de Longchamps (elcampitorefugio.com.ar) donde cobija a 350 perros en espera de ser adoptados. Muchos de ellos son encontrados vagando, enfermos y heridos. En su campito, encuentran un refugio hasta encontrar su definitivo hogar. “A veces encontramos animales de raza, con el tatuaje identificatorio y con las cuerdas cortadas. Ahora tenemos dos hembras viejitas de ovejero que además tienen metástasis y es porque fueron utilizadas en criaderos para parir sin ningún control. Muchas veces son criaderos ilegales y, para que no se descubran, enmudecen a los perros para que nadie los escuche. Cuando ya no pueden dar más a luz, las abandonan”.

Esta práctica, común en los criaderos ilegales, es confirmada por Graciela Finoli, co-creadora de la Fundación para la Defensa y Control del Animal Comunitario (www.fundaco.com): “En los criaderos comercian la vida de un animal y encima le hacen daño a él o a su madre. Muchas veces, también los dueños se ven obligados o forzados a operar a sus mascotas, cuando reciben denuncias de sus vecinos”.
 
Nani Salgado, por su parte, desde el refugio recordó un caso paradójico: “Una mujer de zona Norte recibió la denuncia de varios vecinos por ruidos molestos, por los ladridos de sus perros, y en la mediación tuvo que decidir entre mudarse, lo que no podía hacer, sacrificarlos u operarlos. Y tuvo que hacerles la cordectomía a sus seis perritos”.

La inhumana práctica se puede realizar en cualquier veterinaria y cualquier cirujano veterinario esta legalmente habilitado para hacerlo, aunque muchos, por motivos éticos, se abstienen y ni siquiera la prescriben. Sin embargo, aún siendo costosa, no siempre es efectiva, ya que, si fue mal realizada, las cuerdas pueden cicatrizar, volverse unir y permitirle al perro volver a emitir débiles sonidos. También puede obstruir el paso del aire, lo que no le brida una buena respiración, y hasta frenar el paso de comida, lo que puede llegar a ahogarlo y matarlo.

La solución en caso de ladridos molestos u obsesivos es una buena educación. El adiestrador egresado de la Universidad de Buenos Aires, Alejandro Guebel, del sitio adiestrotuperro.com, explicó a 24CON cuál es la raíz de problema de los sonidos molestos: “el perro requiere educación, a veces los ladridos compulsivos están basados en patologías. Hay que ver qué le está pasando a la mascota. Hay que ir al veterinario y descartar problemas en el perro. Es común que ladre mucho para pedir comida y, si no está educado y el dueño responde a estos estímulos, va a seguir ladrando. Hay gente que no tiene capacidad para tener un animal y busca una solución así, cuando el problema es otro”.

Existen métodos poco saludables para el can, que también están siendo probados para eliminar los ladridos: “collares antiladridos que por vibración producen una descarga eléctrica o con mando a distancia, para evitar que se acostumbren a ladrar. Son métodos reversitos que se usan para la corrección de otros problemas, no es para ladridos. Se masificaron, se venden y no soluciona”.

“Si tiene una patología de la conducta, corresponde a un veterinario conductista. Si no tiene patologías, hay que evaluar por qué ladra, que manejo tiene el perro, aprender a corregir y reforzar de las conductas deseadas. Aprender a deshumanizar el trato con el perro y conocer los códigos de jauría. Casi siempre es falta de educación y falta de límites, pero no hay procesos mágicos”, finalizó el adiestrador.

Los sonidos que genera un perro es su forma de llamar la atención, es una respuesta a una emoción, a un sentimiento o a una necesidad. Como si al ser humano se lo privara de expresión, la vida del perro enmudecido se transforma en un calvario monótono, un eterno monologo del entorno sin posibilidad alguna de respuesta.

16 de febrero de 2010

 

 

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