La mujer de Sturzenegger renunció a Nación por nepotismo y asumió en CABA
María Josefina Roulliet fue obligada a renunciar a su cargo como asesora de presidencia en el Fondo Nacional de las Artes en agosto de 2017, cuando el decreto que iba a ir contra los familiares de funcionarios en la administración pública comenzaba a transformarse en una realidad.
En aquel entonces, su función consistía en coordinar el trabajo de las diferentes áreas del Fondo para lograr los objetivos del Directorio. Su gestión no estuvo exenta de polémicas. En marzo del mismo año sus propios compañeros pidieron que se la impute legalmente por otorgar becas millonarias a obras insólitas, como un hombre vestido de luna que repartía souvenirs, o una nube de tela blanca atada entre dos árboles. Por otro lado, las obras casi nunca se publicaban en el Boletín Oficial, como es obligatorio. La denuncia, que fue finalmente presentada por el legislador Rodolfo Tailhade, fue radicada en el juzgado número 7, a cargo del juez Sebastián Casanello.
Finalmente, acosada por denuncias penales y acusaciones de nepotismo, la mujer de Federico Sturzenegger se vio obligada a presentar su renuncia.
El submundo de la política nacional, no obstante, ha demostrado ser una intrincada red de manejos oscuros y acomodos convenientes. En este esquema, el presidente del Banco Central se las arregló, en medio de una gestión que naufraga ante la inflación y la escalada del dólar, para acordar con Enrique Avogadro la inclusión de su esposa en la planilla de planta temporaria del ministerio de Cultura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
De este modo, pareciera quedar demostrado una vez más que, mientras el llano debe hacer largas colas, confeccionar complicados currículums vitae y asistir a un sinfín de entrevistas para obtener, con suerte, un trabajo, los políticos solo necesitan un llamado telefónico para continuar flotando en el caudaloso río de los acomodos y el nepotismo.
